Asimismo, el lenguaje no sólo nos ayuda a formar parte activa de nuestro entorno, sino que nos permite que, de manera individual, podamos comprender y explicar el mundo circundante e interior; aunado a ello, éste, constituye un medio imprescindible para el desarrollo del aprendizaje, pues es un instrumento que nos ayuda a dar sentido a lo que se aprende, poniéndole nombre, permitiéndonos evocarlo, entenderlo y aplicarlo.
Según Fernández, Arjona , Arjona y Cisneros (2011)[i], “de los lenguajes existentes, tanto el oral como el escrito son los más utilizados y ambos requieren que los usuarios conozcan el código y posean una competencia física (para emitir las palabras o para escribir y leer) e intelectual (que facilite comprender el sistema de lenguaje que se va a emplear)”, por ello, es importante conocer cuáles son los aspectos que los integran y la función de cada uno de ellos.
En este sentido, el lenguaje, está formado por cuatro aspectos:
En primera instancia, la organización fonética, está centrada en la integración de los fonemas, es decir en los sonidos los cuales son las unidades mínimas del lenguaje sin significación, cuya definición está caracterizada por las formas de emisión (sonoridad, resonancia, puntos y modos de articulación).
La organización semántica, encargada del significado o plano del contenido, que se ocupa de los significados o significantes que forman parte del signo, es decir, a la evolución del significado de las palabras, lo cual sucede cuando se da una relación de correspondencia entre emisión y objeto. Por ejemplo: cuando un niño se da cuenta que una silla es silla, no importando que ésta cambie de ubicación o atributos.
Por su parte, la organización morfosintáctica, la cual está relacionada con la organización y orden de las palabras al integrar una frase. En este sentido, la Morfología está enfocada en la forma que tienen las palabras, mientras que la sintaxis tiene relación con las relaciones y las funciones que tienen. Por ejemplo: La morfología muestra que la palabra amigo es un sustantivo, mientras que la sintaxis nos dice que puede ser el núcleo del sujeto dentro de una oración simple. Así pues, en este periodo de organización se utilizan adverbios, verbos, artículos, pronombres, etc.
Finalmente, con respecto a las funciones pragmáticas; se puede definir a la pragmática como “el estudio de los usos del lenguaje y de la comunicación lingüística”[ii] así pues, dichas funciones engloban las intenciones comunicativas de las personas pues el lenguaje adquiere una forma dinámica a partir del uso que se hace del él para adaptarse a un entorno determinado en donde se pueda establecer una comunicación.
Como se puede observar, en la formación del lenguaje se integran diferentes aspectos de desarrollo físico, emocional, de estimulación del medio y de intercambio social, las cuales es importante reforzar para favorecer la habilidad comunicativa, por lo que es recomendable estar atentos a la forma en que hacemos uso de estos cuatro aspectos, pues si uno de ellos no se consolida de manera adecuada, siempre será una limitante para nuestro crecimiento personal y nuestra interacción / desarrollo con el medio que nos rodea.
[i] Fernández, A., Arjona P., Arnoja, T., Cisneros, L.. (2001). Determinación de las necesidades educativas especiales. México: Trillas.
[ii] Soprano, A. (2001). La “hora del juego” Lingüística. Disfasias- afasias- autismo-evaluación-orientación. Argentina: Ediciones Lumiere.
Licenciada en Pedagogía con título otorgado por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es Licenciada en Pedagogía en el área de Psicopedagogía por la Universidad Autónoma de México (UNAM). Pasante de la Maestría en Pedagogía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Terapeuta de Lenguaje y aprendizaje con 12 años de experiencia, actualmente trabajando como Terapeuta de Lenguaje y Aprendizaje Individual y en la Secretaría de Educación P´blica (SEP).