La psicoterapia es el término genérico para cualquier tipo de tratamiento basado principalmente en la comunicación verbal y no verbal con el paciente, distinto de los tratamientos farmacológicos y quirúrgicos, en ella se aplican de manera intencionada técnicas psicológicas por parte de un profesional clínico con el fin de llevar a cabo los cambios de personalidad o conducta deseados.
Generalmente, los individuos buscan una psicoterapia con el objetivo de resolver problemas de naturaleza emocional, como son: 1) suprimir, modificar o paliar los síntomas existentes (angustia, tristeza, depresión, ira, celos, adicción, etc.), 2) intervenir en las pautas distorsionadas de conducta y 3) promover el crecimiento y desarrollo positivo de la personalidad.
Existen en la actualidad una variedad de modelos teóricos y metodologías terapéuticas, que están basadas en los principios de la ciencia psicológica, pero ¿cómo saber cuál modelo teórico es adecuado para un individuo determinado con una problemática determinada?
Es importante reconocer sin importar el método o enfoque, que toda psicoterapia debe cumplir con los siguientes elementos:
También llamado paciente, es el sujeto demandante de psicoterapia, aquel que acude con un problema específico; lo que todas las personas que acuden a psicoterapia tienen en común es que experimentan algún tipo de dificultad, malestar o trastorno, que es lo suficientemente importante en sus vidas como para provocar un deseo consciente de cambio. Es importante enfatizar el carácter voluntario, en el caso de los menores de edad son los padres o la familia quien en un inicio acude con la demanda; pero ésta debe de volverse al menor en el proceso.
Es el profesional que cuenta con la formación de psicoterapeuta en el marco de la psicología científica. Para poder desempeñar su labor, los psicoterapeutas necesitan poseer conocimientos específicos sobre los procesos de aprendizaje, la dinámica de la personalidad, los procedimientos y técnicas de la evaluación psicológica, la psicopatología, los principios de la interacción social, los procesos cognitivos y emocionales, el desarrollo durante el ciclo vital, etc.
Se trata de la relación profesional que se gesta entre el cliente o paciente y el psicoterapeuta. En ella el terapeuta se interesa genuinamente por el sujeto, pero no forma parte de sus relaciones interpersonales cotidianas. La relación terapéutica es asimétrica, porque se inicia a partir de la demanda del cliente y se centra en sus necesidades, además, al terapeuta se le retribuye por su trabajo.
Es el conjunto de procesos psicosociales que tienen lugar desde el inicio al fin de la terapia. En el proceso se incluye el inicio de la terapia en el que se aclaran las formas de trabajo o encuadre terapéutico, el costo, el horario, etc. En este punto cabe aclarar que en función del modelo terapéutico serán la duración y objetivos de la terapia.
Los principales modelos con fundamentación teórica se agrupan en: psicodinámicos, humanísticos-existenciales, conductuales, cognitivos y sistémicos.
El término “psicodinámico” se suele identificar con el psicoanálisis y, por extensión, con aquellas concepciones en las que el conflicto intrapsíquico (que el conflicto proviene de la psique del sujeto), tiene un papel central. En estos modelos el individuo o demandante es sujeto a una situación de análisis personal por lo que se le conoce como el analizante.
El analizante debe atenerse a ciertas reglas para este proceso; debe expresar todos los pensamientos y sentimientos tal y como le vengan a la cabeza, sin ninguna exclusión o selección, y tiene que ir asociando a partir de ciertos elementos que le propone el analista y que se han extraído de su propio discurso.
Por su parte el terapeuta o analista no debe satisfacer las demandas del paciente ni desempeñar los papeles que éste intente imponerle, tales como resolver el problema o decirle que hacer.
Las personas que deseen un proceso psicoterapéutico de este estilo deben de tener la capacidad para reconocer que los síntomas son de naturaleza psicológica, tener una tendencia a la introspección y a relatar con sinceridad las dificultades, deseos de participar activamente a la situación analítica, curiosidad por uno mismo, deseos de cambiar y esperanzas realistas sobre la terapia.
Este tipo de psicoterapia agrupa una serie de enfoques terapéuticos, sin embargo, el ingrediente terapéutico más importante es la relación de persona a persona. En este enfoque al individuo que busca la psicoterapia se le conoce como cliente.
En la relación cliente-terapeuta, el terapeuta supone una actitud de total respeto y aceptación de las vivencias y sentimientos del cliente, el cliente debe sentir que todo aquello que sienta o exprese puede ser aceptado por el terapeuta. El terapeuta se debe sentir empático hacia el cliente, debe transmitir esta comprensión empática al cliente y el cliente debe sentirse entendido. Uno de los objetivos de este enfoque es facilitar la toma de conciencia de lo que pasa “aquí y ahora”, es decir, el presente.
La terapia o modificación de conducta parte de la idea de que la mayor parte de la conducta (incluida la inadaptada), es aprendida y de que los principios descritos por las teorías del aprendizaje pueden utilizarse en la práctica clínica. Los terapeutas de conducta centran el tratamiento en el cambio de la conducta observable en sí misma.
El papel del terapeuta consiste en instruir al sujeto en la tecnología conductual apropiada para solucionar su problema. Al terapeuta se le considera un reforzador social y un modelo.
En este enfoque se le da importancia primordial a las cogniciones tanto en la génesis de los trastornos psicopatológicos como en el proceso de cambio terapéutico. El término “cognición” se utiliza aquí en un sentido amplio que incluye ideas, constructos personales, imágenes, creencias, expectativas, atribuciones, etc.
Son procedimientos activos, directivos, estructurados de breve duración, para el tratamiento de una gran variedad de trastornos psicológicos. Proponen una colaboración abierta con el sujeto para afrontar su problema, planteando un modelo explicativo simple y sugiriendo estrategias específicas para su resolución.
En este modelo la relación terapéutica se entiende como un esfuerzo de colaboración mutua que realizan cliente y terapeuta.
Centra sus objetivos terapéuticos específicamente en la modificación de patrones de interacción interpersonal. A diferencia de los otros modelos los síntomas se consideran expresiones disfuncionales del sistema familiar, de forma que se denomina “paciente identificado” al miembro de la familia que presenta el síntoma o problema. La solución del problema se encuentra supeditada al cambio en los patrones disfuncionales de interacción familiar.
Sin importar el enfoque al que se acuda, es importante sentirse acompañado en los procesos vitales. En CAPI contamos con especialistas de diferentes formaciones psicoterapéuticas dentro de los modelos del campo de la psicología científica, preparados para atender las necesidades psicológicas de niños, adolescentes, adultos, parejas y familias.