En este sentido, la AAMR (Asociación Americana sobre Retraso Mental) define a la DI como “una discapacidad caracterizada por limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual y la conducta adaptativa tal como se ha manifestado en habilidades prácticas sociales y conceptuales. Esta discapacidad comienza antes de los 18 años” (Verdugo, 2002).
Esta definición nos dice que la DI, está relacionada con el contexto en el que se desenvuelve el sujeto, lo cual, abarca su aprendizaje, trabajo y desarrollo social y cómo éste responde ante los mismos, por lo tanto, las limitaciones que presenta el sujeto, son relativas al medio ambiente en el que interactúa.
Asimismo, Verdugo (2002), identifica que las limitaciones que presenta un individuo con DI coexisten con capacidades, si se utiliza a éstas como base para desarrollar los apoyos necesarios que sean apropiados para sus necesidades y características particulares.
Para lograr lo anterior, es necesario tomar en cuenta las dimensiones que conforman al sujeto las cuales son sus habilidades intelectuales, su conducta adaptativa (capacidad para adecuarse, desarrollarse y dar respuesta a problemas y cambios cotidianos), su participación e interacción social, el cuidado de su salud física y mental; y el contexto en el que se desenvuelve (familia, escuela, sociedad).
Así, al hablar de DI, es de gran importancia tomar en cuenta la conducta adaptativa que tiene el sujeto, pues de ello depende su óptimo desarrollo en el ambiente en que éste se desenvuelve y cómo desarrolla las habilidades necesarias para desarrollarse integralmente.
Actualmente, para determinar el nivel de DI de una persona, se toman en cuenta una serie de criterios que involucran varios aspectos personales, como lo son el entorno familiar, laboral, escolar y la vida dentro de la comunidad. Es decir, se observa principalmente el comportamiento y las habilidades de cada individuo en las diferentes áreas de su vida cotidiana, y de esta manera se determina el tipo de apoyo que se le brindará.
Para ello, la AAMR, propone cuatro niveles de apoyo, “Intermitente, Limitado, Extenso y Profundo” (Verdugo, 1995):
APOYOS | CARACTERÍSTICAS |
Intermitente | Apoyo cuando sea necesario. Así, la persona no siempre necesita el o los apoyos, o requiere de apoyo de corta duración durante momentos de transición en el ciclo vital. |
Limitado | Apoyos intensivos caracterizados por su consistencia temporal, por tiempo limitado pero no intermitente. Pueden requerir un menor número de profesionales y menos costo que otros niveles de apoyo más intensivos. |
Extenso | Apoyos caracterizados por una implicación regular en al menos algunos entornos tales como el hogar o el trabajo, y sin limitación temporal. |
Persistente | Apoyos caracterizados por su constancia, elevada intensidad; proporcionada en distintos entornos, con posibilidad de mantenerlo durante toda la vida. |
Es así que se puede decir que la DI no se considera como una condición totalizadora de las personas, sino es una interacción entre el individuo y su entorno que, con los apoyos necesarios puede tener una mejor calidad de vida.
Los seres humanos, contamos con características que nos diferencian de los demás, así nuestra personalidad, gustos y preferencias nos hacen únicos dentro del entorno en el que nos desarrollamos.
De igual manera, las personas con DI presentan características que los distinguen del resto de las personas, las cuales se clasifican en:
Características Biológicas: las personas con DI generalmente presentan un desarrollo físico y biológico normal como el resto de las personas, no obstante, son diferentes los casos y en algunos de ellos existen ciertas características que evidencian la presencia de alguna situación particular como:
En algunos casos existen características que hacen que las personas con DI se distingan de las demás, pues pueden caer en extremos presentando el cráneo, el cuello, los dedos, la cara y la estatura menores o mayores de lo normal.
Asimismo, se encuentra el Síndrome de Down, el cual, consiste en una alteración cromosómica, presentando un cromosoma adicional en el par 21 de los autosomas.
Existen tres formas de trisomías(Carrasco, 1998):
1) Trisomía 21 Libre: Presenta un cromosoma extra, que puede estar en el espermatozoide, óvulo o en la primera división celular antes o después de la concepción.
2) Trisomía 21 Mosaico: La persona tiene una mezcla de células normales y trisómicas, el error sobreviene después de la fecundación, el par de cromosomas 21 no se separan en la segunda división y se produce una célula trisómica con 47 cromosomas y una monosómica con 45.
3) Trisomía 21 Traslocación: El cromosoma extra está unido a otro que a su vez está partido, esta trisomía puede ser hereditaria.
Según Carrasco (1998), las características más comunes de las personas con Síndrome de Down son las siguientes:
Características del Desarrollo Cognoscitivo: El individuo con DI, presentan una mayor lentitud en su proceso evolutivo, pero ello no implica que sea diferente, lo que sucede es que hay un contraste en los periodos de tiempo, pues éste “sigue en su maduración el mismo recorrido que el normal, aunque lo realiza con ritmo lento, con retrasos y fijaciones precoces” (Amor, 1997).
Características Sociales y Emocionales:Estas características, hacen referencia a la manera en que la persona se relaciona en el entorno social y al cómo establece sus relaciones afectivas.
Entre las principales características que se resaltan son (Shea, 1999):
Como se puede ver, éstos pueden presentar problemas de depresión por sentirse diferentes de los demás y por la falta de aprobación social, lo cual lo lleva a aislarse de los demás generando sentimientos de baja autoestima.
Si hablamos de educación a personas con DI, se torna aún más complicado el asunto, puesto que se deben de tomar en cuenta diversos aspectos tales como, el nivel de apoyos que requieren, así como sus características y de esta manera poder brindarles la ayuda pertinente
Así, uno de los más grandes retos de la educación especial es lograr un óptimo desarrollo de las personas con discapacidad intelectual, trabajando conjuntamente sobre la integración social y de esta manera lograr que ellos adquieran habilidades que les permitan desarrollarse con y dentro de su entorno.
Una de las primeras estrategias que se recomiendan en la intervención y tratamiento de las personas con DI, se centran en el objetivo de comenzar el trabajo en edades tempranas procurando facilitar al niño sensaciones, movimientos y posturas normales, para que éste alcance un desarrollo integral. Durante los primeros meses de vida es importante proporcionar al niño la oportunidad de que su inteligencia y aptitudes sean mayores, puesto que, es en esta edad, en donde las células cerebrales son más receptivas a los estímulos dados.
Por ello se recomienda la estimulación de las siguientes áreas con el fin de coadyuvar a un mejor desarrollo físico y mental; y con ello propiciar el desarrollo de habilidades en las personas con DI:
Como se puede observar, el trabajo puede ser arduo, pues se requiere de un gran compromiso y apoyo por parte de especialistas, educadores, pero sobre todo de los padres de familia, ya que la búsqueda de alternativas y la asistencia a las diversas instituciones de atención (médica, psicológica y educativa) dependerán en gran medida de su núcleo familiar.
Siguiendo esta línea, es necesario resaltar que existen diversas instituciones que brindan atención a la DI de acuerdo al tipo de apoyos que se requiera (intermitente, limitado, extenso y persistente), las cuales se organizan en áreas o niveles de atención en función de las características de las personas que atienden conforme a su estructura y especialidades que ofrece; por lo que se recomienda solicitar a tu médico información y/o canalización a las mismas de acuerdo a las necesidades particulares de la persona con DI.
En CAPI podrás encontrar atención personalizada para niños, adolescentes o adultos que requieran un nivel de apoyo intermitente en las áreas de lenguaje, motricidad, atención y desarrollo de habilidades sociales. Hemos trabajado principalmente con niños con Síndrome de Down que requieren reforzamiento en estas áreas, desarrollando y fortaleciendo sus habilidades de atención y comunicación.
Sabemos que la discapacidad de un miembro de la familia no es algo fácil, pero no se debe olvidar que la participación activa, una fuerte disposición y esfuerzo constante para comprenderlo y apoyarlo, marcará la diferencia para lograr en él un óptimo desarrollo integral.
REFERENCIAS
Licenciada en Pedagogía con título otorgado por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es Licenciada en Pedagogía en el área de Psicopedagogía por la Universidad Autónoma de México (UNAM). Pasante de la Maestría en Pedagogía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Terapeuta de Lenguaje y aprendizaje con 12 años de experiencia, actualmente trabajando como Terapeuta de Lenguaje y Aprendizaje Individual y en la Secretaría de Educación P´blica (SEP).