Esta juventud tiene impacto en tres niveles: por un lado, los desarrollos teóricos que la sustentan comenzaron a surgir aproximadamente en los años 30s derivados y a la par de procesos como la terapia familiar; lo cual ha hecho que su desarrollo sea un tanto lento comparado con otras modalidades terapéuticas.
Por otro lado, en nuestro país, gran parte de la formación para terapeutas de pareja se da a nivel diplomado, curso o taller. Son pocas las instituciones que tienen la formación a nivel de posgrado, lo cual, genera en ocasiones deficientes conocimientos en la forma de conducir el proceso terapéutico, lo que puede generar más daño en las relaciones de los consultantes, que beneficios.
Finalmente, la juventud hace que mucha de la población no tenga claridad sobre lo que implica, cuándo acudir, quién tendría que darla, su nivel de efectividad, etc, por lo que intentaremos contribuir al esclarecimiento de estas dudas.
Para responder a esto, es importante tener en mente que pareja se define como una relación significativa, consensuada, con estructura, organización, reglas y roles propios (Espriella, 2008), por lo que la terapia de pareja es para matrimonios, parejas en unión libre, noviazgo o parejas separadas tanto heterosexuales como homosexuales.
Basado en lo anterior, la terapia de pareja tiene como objetivo realizar un análisis detallado de la relación, para conocer las problemáticas, posibilidades, características y recursos de la misma, y así desarrollar estrategias que favorezcan la resolución de sus conflictos.
Otra duda frecuente es si ambos tienen que desear la terapia. Tanto la terapia como la relación es un asunto de dos, normalmente, uno la propone y el otro solo acepta, esto es importante ya que debe existir un nivel mínimo de deseo de colaboración para que la terapia comience. Existen casos en que las parejas acuden a la terapia por amenaza o condición del otro(a) para que la relación continúe, en caso de que durante las primeras sesiones los condicionados no encuentren un sentido para el proceso, es mejor que la terapia se vuelva individual y se trabaje solo con el interesado aun cuando esto implique la reducción de la capacidad de maniobra del terapeuta. En este sentido cabe mencionar que en los procesos de pareja heterosexuales, las mujeres tienen una formación mucho mayor para compartir sus sentimientos y emociones y también para pedir ayuda. Sin embargo, una vez iniciada la terapia, cuando se rompen las primeras barreras, el hombre está tan interesado como la mujer.
Por otro lado, ¿cuál es el momento para acudir a terapia de pareja? Es una pregunta difícil de responder puesto que cada caso es diferente, y cada uno posee una forma distinta de afrontar los problemas. Sin embargo, generalmente todos los casos siguen un patrón común: la pérdida paulatina de satisfacción e interés en la relación. Existen casos en los que los cónyuges no deciden acudir a una terapia hasta que ya es demasiado tarde.
En algunas ocasiones, incluso hay parejas que ven la terapia como la última opción, para así poder decir: “Lo hemos intentado todo”. Obviamente, esta situación es la más complicada, ya que de entrada no hay una buena predisposición, algo fundamental.
Por lo tanto, muchas de las parejas que acuden a estos tratamientos lo hacen después de más de cinco años de infelicidad y discusiones. Es importante saber que una situación de este tipo se agrava si se alarga en el tiempo. Por eso, es de vital importancia detectar los primeros indicios para acudir cuanto antes a la terapia de pareja.
El nivel de efectividad de este tipo de terapia se encuentra ligado a la voluntad, interés y compromiso por parte de los miembros de la pareja y al nivel de preparación por parte del terapeuta. Es importante mencionar que en aproximadamente en el 75% de los casos, las parejas encuentran utilidad en la terapia al desarrollar estrategias que favorecen la interacción en su relación. Es importante buscar un terapeuta cuya formación sea a nivel postgrado, pues eso incrementará las habilidades para abordar la complejidad de la relación de pareja.
Finalmente, es importante tener en mente que la relación de pareja implica una responsabilidad individual por parte de cada uno de sus miembros, tanto para su funcionamiento como para su deterioro.
Referencias:
de la Espriella Guerrero, Ricardo. Terapia de pareja: abordaje sistémico. Revista Colombiana de Psiquiatría (en línea) 2008, 37 (sin mes): [Fecha de consulta: 19 de agosto de 2015] Disponible en: Terapia de pareja: abordaje sistémico
ISSN 0034-7450.