Los celos son una respuesta compleja que tiene componentes internos y externos. El componente interno de los celos incluye ciertas emociones (tristeza, enojo, frustración), pensamientos y síntomas físicos (dolores de cabeza, de estómago) que a menudo no son visibles para el mundo externo, es decir, la gente no los puede apreciar a simple vista. En cambio, los componentes externos de los celos son claramente más visibles para el mundo externo y se expresa en distintos tipos de comportamientos: por ejemplo, hablar abiertamente del problema, gritar, llorar, esforzarse por ignorar el tema, usar el humor, tomar represalias, dejar a la otra persona o recurrir a la violencia.
La amenaza percibida puede ser real o imaginada, del mismo modo que la relación misma puede ser real o imaginada. Aunque se presentan de maneras diferentes y se experimentan con diversos grados de intensidad, los celos siempre son el resultado de una interacción entre una cierta predisposición y un acontecimiento preciso que actúa como desencadenante.
Al definir los celos es importante distinguirlos de la envidia. A pesar de que en el uso cotidiano la confusión entre ambos es frecuente, los celos y la envidia son psicológicamente muy diferentes. Por lo general, la envidia involucra a dos personas. Los celos, en cambio, involucran por lo general a tres personas. La envidia y los celos están en sintonía con dos de las condiciones más básicas de la existencia humana. La envidia está conectada con el no tener. Los celos están conectados con el tener.
Después de definir los celos sentimentales y diferenciarlos de la envidia es preciso que hagamos otra distinción no menos importante entre celos normales y anormales. El análisis de los celos anormales nos llevará a considerar algunas de las formas más extremas que pueden adoptar los celos y a algunas de sus consecuencias más dramáticas.
Cuanto más una reacción parece derivar (en palabras del Psicoanalista Sigmund Freud) «de la situación real» y más proporcionada parece «a las circunstancias reales», más «normal» es. Freud diferencia los celos «normales» de los «delirantes». Los celos normales tienen como base una amenaza real a la relación. Los celos delirantes, por su parte, persisten a pesar de la ausencia de cualquier amenaza real o incluso probable.
Darwin encontró una razón evolutiva para explicar los celos. Según su razonamiento, los celos eran una defensa instintiva del lazo que unía a la pareja. Los sentimientos y las conductas asociados con los celos servían para aumentar la probabilidad de que la pareja permaneciera unida y replicara sus genes.
Los modernos sociobiólogos también consideran que los celos cumplen una importante función en la supervivencia genética. Los machos que se mantienen siempre en guardia respecto de sus rivales sexuales se sienten más inclina dos a criar su propia progenie que la de sus rivales. En consecuencia, la probabilidad de que transmitan sus propios genes es mayor.
Tanto los hombres como las mujeres sienten celos, y además la naturaleza de éstos es la misma. En los hombres se manifiesta por el miedo a que su pareja tenga relaciones sexuales con otra persona, lo que se llamaría una infidelidad sexual. En las mujeres su miedo radica en la posibilidad de que su pareja dedique tiempo, atención y recursos a otra persona que no sea ella sin que necesariamente haya una relación sexual por medio (infidelidad emocional).
En CAPI podemos ayudarte a tratar tus celos por medio del enfoque Cognitivo Conductual, que se hace por medio de una desensibilización, la cual consiste en enfrentarte a lo que te causa celos y que en un futuro ya no los sientas. También se trabaja por medio de la Terapia Racional Emotivo Conductual (TREC), la cual consiste en cambiar tus pensamientos sobre las situaciones que te causan celos y con eso poder cambiar tus emociones y conductas.
Bibliografía: