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Como todo, esto tiene sus ventajas e inconvenientes, ya que se han publicado diversas y numerosas opiniones acerca de los innegables beneficios de este tipo de juego así como de las evidentes variaciones de humor y tolerancia a la frustración.
Uno de los principales beneficios de los videojuegos es la estimulación de habilidades cognitivas, que en función del tipo de videojuego se puede obtener.
Capacidad de atención: en dosis razonables los videojuegos pueden favorecer la capacidad de concentración.
Orientación espacial: los juegos en 3 dimensiones implican adquirir un dominio importante de la orientación en el espacio.
Coordinación viso motora, es decir la relación entre el ojo y los movimientos corporales necesarios, principalmente de la mano.
Resolución de conflictos, razonamiento y toma de decisiones, algunos videojuegos fomentan la capacidad de resolver problemas mediante la búsqueda de posibles soluciones o respuestas.
Sin embargo lo que llama la atención éntrelos padres de familia y cuidadores de menores (abuelos, tíos, etc.) son las reacciones adversas y los cambios en el carácter de los jugadores. Sorpresivos cambios abruptos de humor, actitudes retadoras, baja tolerancia a la frustración y respuestas agresivas son algunas de las manifestaciones atribuidas al uso de las consolas y que son con gran frecuencia motivo de discusión e incluso de enfrentamientos familiares, ya sea entre hermanos o entre padres e hijos.
Sobre estimulación, un exceso de exposición a los videojuegos puede suponer un exceso de estímulos visuales y auditivos para el sistema nervioso, provocando irritabilidad.
Aislamiento, los videojuegos con su constante interacción con el usuario pueden provocar que este se aísle de aquello que sucede a su alrededor y tienda a encerrarse en si mismo, provocando rupturas en la comunicación familiar e incluso con el principio de realidad.
Limitar el acceso a otros tipos de entretenimiento, el uso de videojuegos puede disminuir el interés en otras actividades de tiempo libre como la lectura, el cine, los juegos de mesa y las actividades físicas al aire libre como el ejercicio.
Modificar los valores, los videojuegos, especialmente aquellos más violentos, suelen transmitir alternativas no favorables en la conformación del marco de valores familiares como la violencia física, el robo, etc.
Regular el tiempo de exposición a los videojuegos.
Participar en el uso de estos. Los adultos que participan de estas actividades limitan el poder aislante y conociendo a que significantes se exponen los menores.
Controlar el tipo de videojuegos que se compran y se juegan, así se conocen sus contenidos y si son realmente adecuados. Hacer uso de las advertencias y restricciones que incluyen los empaques de los mismos resulta de utilidad.
Facilitar alternativas igualmente interesantes: juegos de mesa para toda la familia, lecturas compartidas, salidas familiares, etc.
Como conclusión podemos decir que lo importante es, como padres de familia, cuidadores y orientadores, tener conciencia de que no es recomendable prohibir a los menores este entretenimiento ya que implica separarlos del universo de comunicación que los hace pertenecer a los grupos sociales a los que pertenecen, lo cual acarrea repercusiones emocionales aun más complejas. La clave es, con toda seguridad, mediar el uso de las consolas, negociar los tiempos con ellos y compensar con actividades que permitan la recreación a partir de la convivencia y la actividad física. De este modo se salvaguarda la pertenencia a los universos sociales al mismo tiempo que se protege la individualidad y se pueden aprovechar los beneficios de la tecnología.
Fuente: Rojas, V. (2008). Influencia de la televisión y los video juegos en el aprendizaje y la conducta infanto-juvenil. Revista Chilena de Pediatría, 80-85.
