Y también como reflexión sobre cómo desde tus herramientas puedes acompañar y ser acompañado por tu hijo o hija a seguir experimentando sentimientos y tu forma de ir viendo la vida.
Hay una larga lista de cosas por enumerar sobre la importancia del juego en los niños y niñas; hay que recordar que los niños perciben su experiencia como su realidad, por lo tanto, la pregunta a reflexionar es: ¿cómo te gustaría que los niños o niñas vivieran esa realidad? Lo que los pequeños viven día a día es la forma en la que ellos se ven ante el mundo, es decir, lo que nuestros niños o niñas experimentan cada día es la forma en la que irán “evaluando” y “valorando” sus experiencias.
Una ventaja, que no me cansaré de repetir en todo momento es la transparencia y congruencia de los niños y niñas, valoran y validan sus necesidades, aprenden decir que no a temprana edad, aunque no sea tan bien visto por el resto de los adultos. Ellos se enfocan en poder atenderse, en respetarse, en escuchar a su cuerpo sobre lo que necesitan, dormir, comer, ir al baño, jugar solos, acompañados, etcétera.
Desafortunadamente desde que los pequeños nacen, se les va enseñando a que usen barreras en el desahogo de sus emociones, de vivir lo políticamente correcto y es difícil poder eliminarlas, en ese sentido, me tomaré un momento para agradecer y felicitar a todas las personas que han decidido encontrarse con la terapia psicológica, y darle un espacio a ese niño o niña que se quedó en algún momento atorado con todas esas formas restrictivas.
El juego es una característica natural en los niños y niñas, es un derecho de la infancia, también funciona como la forma en la que los pequeños hacen la famosa “catarsis” que muchas veces lo adultos hacemos ya sea en terapia o con algún amigo, pareja o familiar. El juego es espontáneo, es libre, para los niños un juego es sin reglas, éstas aparecen más adelante con juegos más estructurados.
Es importante considerar que el juego en los niños y las niñas es la forma en la que se comunican, la que nos cuentan sus sentimientos y emociones, alivian conflictos que han tenido en el día o en algún momento de su corta vida, usan y desarrollan su imaginación, se preparan para la vida adulta, y no menos importante, comunican sentimientos, aprenden a socializar y consiguen objetivos.
Hay que mencionar, que para este momento, el niño y la niña no tienen idea que el objetivo del juego es ganar o conseguir algo, eso es más de los adultos. En el consultorio dentro de muchas conversaciones con mis consultantes, sale de repente el tema de sus hijos o hijas, y muchas veces escucho: “Es que no sabe jugar a tal cosa, lo hace mal”, me pregunto si en el juego no se pueden romper reglas solo para satisfacer las necesidades de su hijo o hija, por ejemplo, si están en el parque y hay una pelota cerca, ¿la regla siempre es patearla?, no se puede aventar con las manos, echarla hacia atrás, sentarse en ella y reír a carcajadas, ¿se debe jugar al fútbol siempre?
En este confinamiento, el juego con nuestros hijos e hijas, incluso con nosotros, es más que importante, hay que procurar un tiempo y espacio para jugar. Recordar que el juego es libre, sin reglas si es que amerita, dejar que los niños y niñas expresen en el juego sus sentimientos y lo más importante que no sean invalidados por nosotros los adultos, no negar los sentimientos que se tienen en el juego.
A pesar de que el juego es divertido, también se vale enojarse, sentirse tristes, tener miedo; y la tarea de los adultos es no hacer menos esos sentimientos, sino por el contrario, averiguar por qué se siente así, comprenderlo, decirle que respeto que le haya generado tal o cual sentimiento, hay que estar atentos.
Los juguetes y los juegos al igual que todo, han estado evolucionando, la idea no es que se eliminen los videojuegos o pantallas, sino que combinemos los juguetes y juegos tradicionales que inviten a la expresión, que faciliten el movimiento, la colaboración de la familia, que hagan volar la imaginación.
El papel de los adultos en el juego de los niños y niñas es brindar los materiales y el espacio para estar con ellos, es decir, si destino 30 minutos a jugar, tendré que olvidarme que tengo un celular recibiendo mensajes, sino puedo olvidarlo, entonces no es mi momento de jugar con mi hijo o hija. También es importante acompañar en el juego, no dirigirlo, por más que parece que no tiene forma, recuerda que es la expresión de su realidad, de lo que vive día a día, por lo que hay que participar activamente, siendo parte de la historia, disfrutar el juego.
Demos la libertad que se necesita para ser niños de nuevo, ahora acompañados de nuestros propios hijos o sobrinos, otorguemos un espacio libre de juego, sin juzgar, solo sintiendo e improvisando.