¿Cómo manejar el duelo en los niños en tiempo de COVID?. Psicologos CDMX

¿Cómo manejar el duelo en los niños en tiempo de COVID?

octubre 7, 2020
En estos momentos en los que la pandemia cobra vidas, en donde nos vemos tan vulnerables, al darnos cuenta que todo puede cambiar de la noche a la mañana, nos confrontamos con muertes cercanas, estemos viviendo un duelo constante, un tiempo lleno de pérdidas.

Los rituales apoyan a resignificar la muerte, pero en este confinamiento perdimos la oportunidad de despedirnos de nuestros seres queridos, de hacerles sus rituales funerarios, sus misas, y eso complica aún más el proceso de duelo.

Al consultorio suelen llegar muchos casos en los que los padres están desesperados por no poder explicarles a sus hijos qué fue lo que paso ante la muerte de un familiar, por lo general, jamás se habla de la muerte con los niños, se evade el tema como si este no existiera, no se les prepara para que puedan asimilarlo e introducirlo a su mundo. En ocasiones, después de unos meses de la pérdida llegan a consulta por el mal comportamiento de sus hijos y se admiran al considerar que puede deberse a que el pequeño aún no ha trabajado su duelo y lo manifiesta a partir de la conducta que genera ansiedad y conflictos a los padres, es decir, la conducta que es vista para los padres.

La muerte es un proceso que muy pocas veces se habla con los niños, generalmente es un término que se evita, el adulto tiende a proyectar sus propios miedos, por eso la esconde ante sus hijos, como si quisiera quitarla de sus vidas, pero eso es imposible porque es parte del desarrollo, nacemos, crecemos y morimos.

Los niños también llevan un proceso de duelo, también pasan por diferentes etapas, pero en ocasiones se aniquila o minimiza este proceso, y se evita el trabajo con los pequeños.

Al final esto saldrá de muchas formas a través de su conducta.

El arte como herramienta puede apoyar a quienes nos dedicamos al trabajo terapéutico con los niños; a los profesores, que muchas veces carecen de actividades para abordar los temas y a los padres, para que desde casa puedan brindar a sus hijos la oportunidad de expresar de forma simbólica sus emociones, el arte permite resignificar la muerte.

Cada niño debe ser visto en su propia individualidad, cada uno siente la pérdida de forma diferente, la percibe de una manera única, y también se dan cuenta de todo lo que están pasando y sufriendo las personas que están a su alrededor, ellos tienen curiosidad por la muerte, realizan sus propias teorías y asimilan este concepto de acuerdo con su edad, su desarrollo cognitivo, y sus recursos emocionales; tomar en cuenta estas características nos permite diseñar un mejor trabajo con ellos.

El duelo supone la pérdida de algo significativo en el niño, la muerte de un familiar, la muerte de su mascota, el cambio de casa, el cambio de escuela, la separación de sus padres o bien cualquier cosa que represente algo importante para él, podría ser desde perder su libreta favorita o un objeto de gran valor, el confinamiento, no poder estar con sus amigos, no poder salir al parque, no poder realizar sus actividades físicas. Eso lo determina cada uno.

Platicando con algunos padres, me he dado cuenta que sienten que si los niños están en un proceso de duelo es porque ellos no han hecho las cosas bien y se sienten culpables, el proceso de duelo puede dividirse en un duelo normal o uno patológico, la diferencia está en el tiempo, y que en el patológico, suelen aparecer conductas poco habituales como alucinaciones.

Las manifestaciones artísticas están presentes en nuestra vida desde las cavernas, en donde se recurría a pintar en las paredes para reflejar la vida, experiencias, impresiones y sentimientos.

El símbolo que caracteriza a la pionera en tanatología Elisabeth Kubler-Ross es la mariposa, ya que ella pudo observar en los campos de concentración nazi, como los judíos que sabían que iban a morir, representaban en la pared dibujos que expresaban su sentir y los niños pintaban orugas que terminaban en mariposas, marcando un trascender de la vida. Los judíos consideran que en la muerte, el alma va a un mejor lugar.

“¡Él había abandonado su cuerpo como una mariposa deja su capullo cuando es hora de salir, de volar!” Kubler-Ross (1992)

Tenemos la necesidad de manifestar nuestras emociones para poder trabajarlas y es por medio del arte que podemos facilitar este proceso, descargando y representado simbólicamente nuestros conflictos internos.

“Si de vez en cuando pensásemos en los dones de nuestra vida; en el calor, cuidado y amor con el que tantas personas responden ante una tragedia, en el hecho de que podamos caminar y hablar, comer y respirar, quizá reconsideraríamos nuestros malhumores y nos daríamos cuenta de que los pensamientos negativos generan más negatividad, mientras que el amor compartido revierte en nosotros multiplicado por mil”.

Kübler- Ross (1992)

Las emociones duran en nuestro cuerpo unos segundos, lo que precede es el pensamiento, la importancia de generar pensamientos agradables y aprender como adultos a manejar nuestras emociones, a reconocerlas y a poder nombrarlas con inteligencia emocional ayudará a que los niños puedan aprender a hacerlo, ya que los adultos somos los que por medio de nuestro comportamiento enseñamos a los niños a manejar sus emociones.

A los niños les cuesta nombrar sus emociones ya que no cuentan con la capacidad de articular en palabras sus procesos internos con la misma facilidad que los adultos, es por ello que mediante el arte ellos podrían expresarlos de una forma saludable ya que esto brindaría en su mundo interno bienestar y contención.

Necesitamos buscar otros canales de comunicación que nos permitan lograr que el niño pueda liberar y nombrar lo que tiene dentro; por medio de la pintura, música, cuentos, títeres, escultura, dibujo, modelado, mandalas, collage, se puede ayudar al proceso creativo de los menores.

Mediante el arte se planifican y dirigen intervenciones terapéuticas, no se interpretan las obras del paciente si no que se le alienta para que el descubra por sí mismo el significado de sus realizaciones para la superación de sus conflictos emocionales. Lo esencial no es el resultado estético, sino lo que el niño experimenta y va viviendo en el camino de este proceso creativo y expresivo.

Hay que empezar por naturalizar a la muerte, enseñarles a los niños que es un proceso natural. Apoyarnos con cuentos o historias permite que los pequeños puedan darle otro sentido y nombrarla, de esta forma podrían conectar las historias con su propio sufrimiento y así aceptar las pérdidas en su propio mundo. Si tratamos de protegerlos de este tipo de situaciones no lograremos que ellos puedan integrar a su vida temas tan complejos como la muerte.

“Susy se agito y dio vueltas en la cama. Se preguntó si los padres de Peter sabían adónde iba a ir él pronto. También se preguntó por qué los adultos no saben que todos vamos al lugar maravilloso cuando Dios nos llama, donde nunca se castiga a nadie por ser malo, donde nadie conoce el dolor, la pena, ni la tristeza y donde uno puede brillar de estrella a estrella…” Kubler-Ross (1992)

Por medio de historias de amor y de pérdida, el niño puede comprender mejor la muerte y de tal forma elaborar mejor su duelo, es importante no generar o leer una historia tal cual la está viviendo el niño, ya que esto podría ser desfavorable para que él pueda identificarse y soltarse.

El uso de cuentos como herramienta implica poder inventar nuestras propias historias, hacer uso de los cuentos que tocan temas de pérdida, resiliencia, amor y adaptación, que nos permite sobreponernos a la adversidad, que brinda elementos de esperanza, de colocar la pérdida en un espacio perfecto en donde el pequeño pueda sentirse tranquilo como en el cuento, por ejemplo; Una casa para el abuelo, en donde por medio de diversas ilustraciones y narrativa la familia, sale a buscar un lugar para enterrar al abuelo y en donde se le da importancia significativa a los recuerdos. Hay que permitir que ellos puedan escribir sus propias historias, leer; si el pequeño aún no tiene desarrollada la lectoescritura hay que permitirle que lo haga mediante dibujos o símbolos, hay cuentos en donde las palabras son mínimas y lo que predomina es la ilustración, y en esta secuencia, ellos son capaces de contarlo. Hay varias formas para estimular y motivar los cuentos. Pueden utilizarse láminas, test proyectivos, títeres, dibujos, fantasías de final abierto, audios etc. Los niños suelen elegir lo que más los identifica y atrae, y de esta forma lo apropian haciéndolo una versión de ellos mismos.

Los niños son seres individuales con sus propias emociones y características, es muy frecuente que los padres asuman las emociones de los hijos, apropiándose de ellas y manifestándolas en su propia proyección. Cuando muere un familiar, en ocasiones se aniquila al pequeño, sin darnos cuenta que también están sufriendo una pérdida y que también le está doliendo, durante su proceso de duelo ellos aprenden a recolocar emocionalmente la pérdida en su vida.

La representación artística nos permite comprender como adultos el mundo interno de los niños y cuando estas emociones salen a flote es entonces cuando empieza el trabajo terapéutico, se motiva a los niños a que dibujen su mundo, sus emociones. Es muy frecuente que ellos quieran hacer dibujo libre, esto no representa conflicto ya que es en el dibujo libre donde podemos observar qué es lo más importante para ellos o en dónde están focalizando su atención.

Mediante la pintura los niños pueden dejarse fluir, como fluyen los trazos y la pintura así fluyen las emociones.

La pintura da libertad y ellos la disfrutan mucho, tuve hace algunos años una pequeña que había perdido a su padre y no quería hablar de nada, ni jugar. Así paso varias sesiones, hasta que un día le di pintura y le pedí que con su dedo hiciera lo que ella quisiera, ella empezó a soltarse y a medida que avanzaba su obra de arte, ella se relajaba, la pintura le permitió manifestar aquello que ella guardaba y facilitó establecer una mejor relación terapéutica; al terminar la sesión le pregunté qué quería hacer con su obra de arte, me indicó que prefería que se quedara en el consultorio, los niños necesitan más aliados que adultos convertidos en el FBI tratando de indagar y sacar respuestas.

Es importante considerar en el duelo del niño la relación que mantenía con el fallecido ya que cuanta más relación exista más se sentirá la pérdida, hay cinco fases como mencionaba Kubler-Ross: Negación, Ira, Negociación, Depresión y Aceptación, no tiene que ser lineal ni tampoco tendría que pasar por todas, pero esto nos permite darnos cuenta de la etapa que está viviendo y en la manifestación de sus trabajos, ver cómo las está elaborando.

Hay niños que se sienten culpables por que están en la etapa del pensamiento mágico y perciben que tal vez una palabra o una frase que ellos dijeron pudo ser lo que ocasionó la muerte del ser querido o muy frecuentemente la separación de los padres. A veces pareciera que no pasó nada porque juegan e interactúan como si nada y eso podría hablarnos de que están en la etapa de negación, sienten enojo cuando no pudieron visitarlos o entregarles alguna carta, por jemplo. Esto depende de las edades en las que se encuentran ya que cuando son muy pequeños: 3, 4 años, se confunde la muerte con estar dormido, entre los 4 y 7 años ven a la muerte como algo reversible que es temporal y es aquí donde suele aparecer el pensamiento mágico. Entre los 8 y los 10 se comprende más que la muerte es definitiva, irreversible y permanente.

Mantener rutinas favorece el proceso de duelo ya que le permite centrarlo en el aquí y en el ahora, y le brinda estabilidad y seguridad, eso es favorable para poder reincorporarse de nuevo a la vida, darle sentido y darse cuenta que sus actividades continúan, es como si pudieran ver que no todo está perdido.

Hay que explicar la pérdida con información verdadera, honesta y precisa, se puede partir de ejemplos, admitir lo que es, ya que esto acerca al niño con las pérdidas; estas preguntas podrían ayudarnos ¿Qué paso? ¿Qué pensé? ¿Qué sentí? ¿Con qué me quedo?

La creación de un mundo sin esa persona implica simbolizar ese hueco, por ejemplo, dibujar un corazón que se llena de dolor al expresar cómo se siente; o bien, llenarlo de recuerdos. Mediante los cuentos, las películas, los libros, podemos ayudar al proceso de aceptación; romper vasijas de barro simbolizando cómo se siente y después, pegarlas para elaborar sus heridas; y pintar sus heridas en la parte del cuerpo que elija, son algunos ejemplos de cómo el arte puede ayudar a la representación del dolor.

Lic. Montserrat Camacho Besoy

Lic. en Psicología infantil, desarrollo, alternativas educativas y psicoterapia.
Especialidad en Psicoterapia Infantil en la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología.

Especialista en terapia individual (adultos, tercera edad, niños)
Enfoque: Humanismo, Cognitivo Conductual

N° de cédula: 5018674

Egresada de la Universidad Salesiana, realizó estudios en Psicología infantil, Desarrollo, Alternativas educativas y psicoterapia. Tiene una Especialidad en Psicoterapia Infantil en la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología.
Cursó un Diplomado en Formación Humanista por la Universidad Salesiana y un Diplomado en Terapia de Juego en AMAPSI.
Asimismo, realizó estudios en Capacitación Didáctica en Educación Preescolar por la SEP. Ha impartido Talleres de Psicología Infantil a docentes y padres de familia; así como talleres dirigidos a adolescentes y ha trabajado como Instructora de Estimulación Temprana.
Posee experiencia clínica en consultorio privado y actualmente, es Especialista en Terapia infantil y adolescente, en la Clínica de Atención Psicológica Integral, CAPI.

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