Algunos autores argumentan que la palabra límite se relaciona con el borde, con el término o final de algo, hasta donde se puede llegar, es decir, qué sí está permitido hacer y qué no lo está.
Para los niños(as) esto resulta muy complejo ya que ellos no reconocen que en ocasiones su comportamiento suele tener respuestas no agradables. Cuando comenzamos a establecer ciertos límites, los niños(as) suelen manifestar su malestar a través de berrinches y como padres muchas veces no sabemos cómo reaccionar ante esta conducta.
Sabemos que cuando un niño(a) realiza un berrinche significa que este nos quiere comunicar que algo no le está agradando; y como padres sabemos también que esto es parte de su crecimiento, reconocimiento e individualidad, y que su poca tolerancia a la frustración se debe trabajar con los valores de casa: como el respeto, la tolerancia y la responsabilidad.
Tanto los límites como las reglas deben estar muy claras para los niños(as) desde muy pequeños, los padres son los responsables de brindarles esa seguridad que necesitan, de enseñarles a regular sus propias emociones y así evitar conflictos.
Existe una frase que algunos especialistas utilizamos cuando se trabaja con estrategias con los padres: educar con límites es educar con amor. Creo que a ningún padre le gusta ver sufrir a sus hijos y es por ello que establecerlos hará de sus hijos adultos felices y con la capacidad de resolver cualquier situación que se les presente a lo largo de sus vidas.
Existen algunos principios básicos para trabajarlos con respeto y confianza:
1.- Debe existir una comunicación clara entre padres e hijos(as).
2.- Los límites deben estar basados en la edad del niño(a).
3.- Debemos escuchar siempre las necesidades y sentimientos de los niños(as).
4.- Se respetará su emoción y explicaré que es importante saber como se siente en ese momento.
5.- Siempre se le debe hablar con la verdad, y comentarle que su conducta no es la adecuada dándole una explicación clara y que lo entienda de acuerdo a su edad.
6.- Ser claros en que su comportamiento en ocasiones deberá tener una consecuencia, pero siempre pensando en lo que es mejor para él/ella.
Es importante mencionar a los padres que los niños(as) están descubriendo su autonomía y que no debemos hacer las cosas por ellos; así que dejemos que se equivoquen, pues finalmente están aprendiendo. Enseñarles los límites y las reglas no es algo malo y no debemos hacerlos sentir culpables, al contrario, ellos deben saber que los padres también sufren cuando suceden cosas que no están permitidas o que puedan poner en riesgo su integridad.
Los límites deben ser claros al momento de establecerlos, siempre con empatía, y ser conscientes de que los padres son el ejemplo para el niño(a). En ocasiones los adultos también se frustran al no saber cómo manejarlos, por lo tanto, deben estar abiertos cuando reconozcan que necesitan el apoyo de un profesional cuando les rebasen ciertas situaciones y no sepan cómo manejarlas.
En CAPI podemos ayudarte.