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Países como España e Italia han implementado medidas drásticas de confinamiento y distanciamiento social para evitar la rápida propagación del virus y Estados Unidos está atravesando una grave crisis económica y de salud mental.
El confinamiento y el aislamiento, sumados a las altas dosis diarias de muerte en ese país, han disparado los niveles de ansiedad y depresión en sus habitantes provocando que las clínicas ya estén al borde del colapso. Según la encuesta de Kaiser Family Foundation, una línea de emergencia federal para casos de angustia emocional registró un aumento de llamadas del 1000% en abril, en comparación con el año pasado.
Es alarmante pensar que si el desempleo sigue aumentando en 20 puntos percentiles, crecerán las muertes por suicidio en los estadounidenses a 18,000 y muertes por sobredosis a más de 22,000.
Estados Unidos destina menos del 1% de su presupuesto a grupos de salud mental y es lamentable que se estén perdiendo programas y Centros de Salud en medio de esta crisis económica que está afectando gravemente la estabilidad emocional de las personas. 1
En México, la cuarentena no ha sido obligatoria como en otros países. Se les solicita a los ciudadanos que salgan de casa a las actividades estrictamente esenciales manteniendo el distanciamiento social y las medidas de higiene. La conmoción social evidencia actitudes frente a la pandemia que oscilan entre un miedo irreflexivo y el negacionismo irresponsable.
Nuestras rutinas, hábitos y la propia vida han cambiado drásticamente de un día para otro.
Las reacciones psicológicas provocadas por la pandemia del COVID-19 van desde la agudización de la violencia hacia el personal médico y enfermeras, la xenofobia, enoclofobia (miedo a las multitudes), agorafobia y miedo al contagio hasta las conductas obsesivas de limpieza. Una encuesta de la Universidad Iberoamericana en México reveló que en los primeros días de la Fase 2 de la epidemia del coronavirus, el 29% de las personas tuvieron síntomas depresivos y 32.4% presentó síntomas severos de ansiedad, es decir, tres de cada diez mexicanos. 2
El presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México aseguró que, desde que inició la cuarentena, aumentaron un 55% las llamadas por depresión profunda e ideas suicidas. 3
Reciben de 750 a 850 llamadas diarias, de las cuales 50 solicitan la atención inmediata de contención emocional por problemas relacionados con varios tipos de incertidumbre y diversas preocupaciones.
Son alarmantes los datos oficiales que, de acuerdo con el Secretario Ejecutivo del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), han mostrado que se ha incrementado la violencia intrafamiliar contra mujeres y niñas, a partir del confinamiento por la emergencia sanitaria.
En el primer trimestre del año se registró un incremento en asesinatos de mujeres, en promedio 10 por día, y de las llamadas al 911 pidiendo auxilio en el hogar (67,081 en total, siendo más de 24 mil en comparación con 2019). 4
Depresión, estrés, trastornos del sueño, ansiedad, pánico, ira, miedo exacerbado, trastorno de estrés postraumático, abuso de drogas y sustancias son algunos trastornos derivados del aislamiento social prolongado y la información excesiva contagiosa que nos plantea grandes retos sociales a enfrentar.
Sumado a las medidas de aislamiento y distanciamiento social, se agrega el incremento de muertes cercanas, la amenaza constante de un virus desconocido y la incertidumbre permanente que nuestro aparato psíquico y psicología social no están bien preparado para afrontar.
Los cambios en los rituales funerarios tan importantes y necesarios para la elaboración del duelo de un ser querido se han cancelado en muchas defunciones por COVID-19 y se ha reducido el tiempo del velorio a cuatro horas, siempre y cuando se mantengan las medidas de distanciamiento social limitando el número de asistentes a los ritos funerarios.
Se avecina un panorama muy desalentador por pérdidas de seres queridos, pero también por otras situación, como la pérdida del tejido social, la libertad, el trabajo y la calidad de la propia vida.
Así como en el mundo entero médicos y científicos ponen énfasis en detectar y atender casos de COVID-19 se debe poner en primer lugar la atención de la salud mental en los individuos.
En todo el mundo, diversos artículos científicos publicados desde hace meses atrás anuncian que se avecina una pandemia de trastornos de salud mental porque los problemas psicosociales asociados persistirán aún después que la pandemia haya pasado por meses e incluso años. La importancia de las reacciones psicológicas y los mecanismos de afrontamiento de los individuos ante cualquier enfermedad infecciosa desempeñan un papel fundamental en el control y prevención del COVID-19.
Fortalecer el sistema inmunológico del individuo es fundamental para la prevención del contagio por lo que es fundamental mantener una buena alimentación y regular los niveles de estrés que se traduce en un buen manejo emocional donde predomine la calma sobre el miedo.
La ayuda psicológica durante esta crisis es fundamental para fortalecer nuestra mente, reducir los niveles de estrés, ansiedad y desarrollar una capacidad de resiliencia que nos permita hacer frente a las adversidades en estos tiempos inciertos.
La distancia acerca y se han incrementado los servicios de telepsicologia en todos los países del mundo. En México hay una gama de opciones para elegir ayuda psicológica en diversas Instituciones, Escuelas, Centros de Salud Mental, etcétera.
En CAPI ofrecemos una serie de programas y apoyos durante la pandemia solidarizándonos con nuestro México y todas las personas fuera del país que soliciten nuestros servicios.
Estamos siendo testigos de los fuertes impactos emocionales en la salud mental en nosotros mismos y en los individuos de todos lo países del mundo. El confinamiento de la pandemia está disparando muchos mecanismos de ansiedad, depresión, violencia y reacciones psicológicas que pueden sobrepasar lo que las personas sienten que pueden tolerar. Es normal que en estos momentos todos nos sintamos tristes, ansiosos, desanimados, desesperanzados, con cierto desazón pero si estos estados de ánimo comienzan a convertirse en Síndromes de Ansiedad, o Síndromes depresivos que lleven al individuo a la pérdida del sueño, pérdida del apetito con pensamientos de ideación suicida son señales y banderas rojas para acudir con un especialista de la salud.
Referencias:
Licenciada en Psicología con mención honorífica por la Universidad del Claustro de Sor Juana (UCSJ). Con Maestría en Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica por el Instituto de Estudios Superiores en Neurociencias, Psicoanálisis y Salud Mental. Con 12 años de experiencia en psicoterapia individual, adolescentes y trabajando con niños con problemas del desarrollo, autismo, Asperger y trastornos del aprendizaje. Conferencista de Orientación Vocacional en varias Instituciones Educativas del país. Actualmente profundizando en el estudio de los modelos de mentalización en psicoterapia para el trabajo con niños, adolescentes y adultos.
