Se sabe que la mayoría de los adolescentes ha experimentado con sustancias adictivas, el INP (Instituto Nacional de Psiquiatría), reportó en el 2011, que la edad de inicio de alcohol era entre los 16 y 18 años y para drogas ilegales alrededor de los 18 años, a nivel nacional.
Por otro lado, la Encuesta de Consumo de Drogas en Alumnos de Nivel Medio Superior y Superior del Distrito Federal, reportó que el 92% de los jóvenes habían tenido al menos un consumo de alcohol en el último año, de los cuales el 12% reportó tener abuso de alcohol antes de los 14 años, además de que la tendencia del consumo de drogas ilegales como la mariguana y los inhalables, ha sufrido un incremento dramático en los últimos 25 años, lo que llega a triplicar el porcentaje de personas que consumen con frecuencia.
También es importante recalcar que México ocupa el sexto lugar en accidentes de tráfico, la mayoría de ellos causados por la ingesta de sustancias; es la muerte por accidentes, la primer causa de mortalidad en jóvenes.
No obstante el panorama, es importante aclarar que en cuanto a adolescentes se refiere la socialización y la búsqueda de identidad son procesos que influyen en la experimentación con sustancias; y que si bien en la etiología de las adicciones el factor bioquímico tiene un papel fundamental, surge la pregunta: ¿Por qué algunos adolescentes solo experimentan con sustancias, mientras que otros desarrollan una fuerte dependencia?
Hemos dicho que la adolescencia es un periodo temporal en la vida del ser humano, etapa de cambios biológicos o físicos principalmente sexuales que permiten la procreación, psicológicos (forma su propia identidad) y sociales (mayor necesidad de ser reconocido (a) principalmente en su grupo de amigos).
Si bien, todos los cambios que un adolescente y joven atraviesa dentro de su búsqueda de identidad se asocia con la posibilidad de ponerse en situaciones de riesgo y suele pasar que alguna de esas situaciones que incluye el consumo de alguna droga, ya sea legal o ilegal.
Dentro de la diversidad de los jóvenes está la creencia general de que fumar un cigarrillo o tomar alcohol está relacionado con esa sensación de sentirse felices, a gusto, grandes, independientes y seguros, y frecuentemente se busca tener dichas sensaciones con el grupo de amigos o las personas más cercanas.
Un adolescente que se encuentra en plena crisis de identidad buscará siempre la pertenencia al grupo de pares y es probable que como una especie de rito de iniciación los amigos inviten a otros en el consumo.
Todavía más significativo es la intensidad con la que los adolescentes suelen vivir sus propias emociones, algunas sustancias funcionan como catalizadores de esas emociones mientras que otras las adormecen.
Sea cual sea la causa del consumo, es importante estar al pendiente de las conductas de riesgo, en ningún lugar es recomendable que los padres aprueben y promuevan el consumo, sin embargo ante la posibilidad del consumo tenemos que tener una postura de comprensión y acompañamiento; explicar primero que nada las consecuencias sociales, físicas y familiares que puede tener al consumir sustancias. Si el consumo pasa de ser experimental a un consumo de riesgo o una severa dependencia, lo mejor es acompañar al joven, y permitirse acompañar por un especialista o grupo de especialistas.