En la actualidad se ha normalizado a tal punto que nos parece incluso atractivo y necesario proveer a las niñas de lugares y cosas que promueven actitudes que no son acordes a su edad y condición. Tal es el caso de los spas para niñas, donde pueden convertirse en princesas por un día o usar ropa, zapatos y demás accesorios en un juego que es muy fácil de confundir con una dimensión lúdica, que puede bordear constantemente ciertos peligros en el desarrollo, al poner en riesgo la pérdida de la inocencia antes de tiempo.
Los medios de comunicación con sus contenidos y los mensajes que se envían a la infancia promueven un estilo de vida cada vez menos dedicado al juego, el desarrollo y el descubrimiento de habilidades y en cambio, se busca proyectar una imagen estereotipada, donde la “belleza” o el “estilo” son moneda de cambio para sentirse aceptada y valiosa.
La imagen física es el objetivo a alcanzar. El uso de ropa y accesorios e incluso maquillaje de adulta es imprescindible para la interacción social y la exposición a otras niñas y niños.
El resultado de esto es la necesidad que se genera en la infancia por dejar la inocencia mucho antes de tener la capacidad física, pero sobretodo mental y emocional, para lidiar con la sexualidad.
Las niñas entonces crecen con la idea fija de que ser “sexy” es lo más importantes y se vuelven susceptibles de desarrollar algunos trastornos que pueden ser de tipo alimentario (anorexia, bulimia, etc.) o de personalidad, como narcicismo, y en general una autoestima débil y proclive a dañarse con facilidad.
Entonces, ¿qué se puede hacer ante este fenómeno cultural? De inicio es deber de los padres de familia, docentes y demás cuidadores de los infantes brindar un acompañamiento frente a los contenidos de los medios y el consumo de los productos y servicios que promueven este tipo de información.
Además, es imprescindible una educación en valores que permita hacer de las niñas y niños una audiencia crítica que a su vez sea capaz de discriminar la información la que están expuestos.
Los adultos que rodeamos a la población vulnerable ante este fenómeno debemos aprender a distinguir cuando estemos promoviendo este tipo de conductas y estar siempre a disposición de una charla para disipar dudas y escuchar las inquietudes de los menores.
Finalmente, cuando las situaciones se salen de control y vemos a las niñas y adolescentes e incluso a los niños, afectados por este tema, es necesario buscar asesoría profesional, es decir, un programa de apoyo para padres de familia y posiblemente un proceso de acompañamiento psicológico para la (el) menor. Es muy importante comprender que es preciso buscar ayuda mucho antes de que existan manifestaciones de tipo patológico (trastornos de conducta alimentaria, autolesión, etc.) ya que son situaciones altamente controlables si se detectan, canalizan y atienden a tiempo para recordar a los menores y a los adultos que la madurez o adultez es algo que inevitablemente llegará, mientras que la pérdida de la inocencia en una etapa temprana es un proceso irreversible y por ende, lamentable.
Referencias de apoyo:
Mayoral, R. (28 de mayo de 2012). www.elconfidencial.com. Obtenido de: Los peligros que conlleva la sexualización de la infancia
Serrano, B. (8 de enero de 2013). www.bebesymas.com. Obtenido de: Hipersexualización de la infancia: cuando los niños crecen antes de tiempo