“¿Qué hago con todos sus cambios de humor, sus respuestas cortantes, altaneras, desafiantes y sus críticas? ¿Lo regaño, le explico, le grito, lo castigo, lo ignoro? ¿Qué hago con él? ¿Y qué hago con mis emociones? ¿Cómo saber que estoy haciendo algo para ayudarlo en su proceso adolescente y con lo cual también yo como adulto voy a estar bien?”
Siempre se dice que la adolescencia es una etapa difícil, pero, ¿por qué? Y, ¿por cuánto tiempo es aceptable?
Imagina que estás en un crucero, donde no tienes que preocuparte por nada. Sólo te ocupas de disfrutar. Hay buffet, alguien sabe hacia dónde se dirige el barco, tienes ropa suficiente, dónde dormir y personas que te ayudan y apoyan cuando lo requieres.
Y un buen día… te bajan de él. ¡Tú no querías ni pediste esto! Pero ahora tienes que buscar qué comer, dónde albergarte, empezar a solucionar tus cosas y decidir por ti, a dónde quieres ir. Las personas que te ayudaban y protegían todo el tiempo, ahora ya no están siempre.
Tomando como base este ejemplo, podemos entender por qué la adolescencia es tan complicada. Con la pubertad, una vez que inicia la revolución hormonal, queramos o no, habrá muchos cambios, despedidas e incertidumbres.
Tal vez una buena brújula, como acompañamiento del adolescente en ese difícil y arduo proceso sea: Ayudarlo en su pasaje de la DEPENDENCIA a la INDEPENDENCIA. Pongamos otro ejemplo: Imagina el pasaje de un centro comercial que hayas visitado. En una orilla, al inicio estaría la DEPENDENCIA, esto sería la INFANCIA, ese mundo donde corríamos, jugábamos y cada experiencia era una aventura; con la pubertad, llega después la ADOLESCENCIA, sería el momento de tener que atravesar ese pasaje, entrar en algunas tiendas, probar y tomar algunas cosas; hasta llegar a la INDEPENDENCIA, que supondría llegar al mundo de los ADULTOS, como uno más de ellos. Eso, ¿es agradable? Puede sonar atractivo, emocionante, pero también puede generar miedo o terror, ganas de no entrar o de quedarse en un punto y no avanzar, debido a la incertidumbre de qué hay del otro lado.
En ese ejemplo del pasaje en el centro comercial, ¿qué serían todas esas tiendas, restaurantes, anuncios y ofertas que buscan convencernos de entrar en ellas y probar? Representarían lo nuevo que el adolescente puede probar en busca de su identidad propia y separada de su familia. Por ejemplo:
-Atuendos y grupos diferentes: de ahí surge el querer ser “el emo”, “el darketo”. Antes, designábamos a los “fresa” pero ahora hay, por mencionar algunos: “el hipster”, “el millenial”, “el geek”, “el blogero”. Incluso, estos términos nuevos y a veces desconocidos para los adultos, son un lenguaje que se arma entre adolescentes para diferenciarse del mundo adulto y del infantil.
-El grupo de amigos: las lealtades, charlas y secretos que antes eran para papá y mamá, ahora se comparten con amigos o novios, y se prefiere estar con ellos platicando o enviando mensajes. Esto es algo que angustia mucho a los papás porque ahora ya no saben qué hace o en qué está metido el adolescente. Sin embargo, no es recomendable intentar ser amigo de los hijos, ¿por qué? Él puede tener y conseguir muchos amigos, pero padres sólo tiene unos y los necesita siendo unos padres para él.
-Nuevos ideales: Se cae el ideal de que papá o mamá pueden y saben todo, incluso ahora se les ven los defectos y hasta caen mal. Sí, se siente feo estar del otro lado, siendo el “sparring” que recibe todos los “trancazos” y las críticas. Es un proceso necesario por el que todos pasamos, no quiere decir que seamos los peores del mundo; si no que el adolescente necesita poner distancia para poder buscar su identidad. Pensemos: es más fácil separarnos de alguien estando enojados a aceptar la tristeza que sentimos al tener que despedirnos de esa persona. Es así como se remplazan esas figuras por algún maestro, tío, amigo o por ídolos como: Justin Bieber, Yuya, Belinda, etc.
-Drogas: Aunque no nos guste escucharlo, es muy probable que nuestro adolescente pruebe alguna droga (además del alcohol y tabaco). Una encuesta realizada por el CONADIC en el 2014, sobre el Consumo de Drogas en Estudiantes a partir de 5º grado de Primaria, menciona que el consumo de drogas se duplicó, entre estudiantes, tanto chicos como chicas, de 10 a 18 años.[i]
-Relaciones sexuales: Con algún chico, con alguna chica, relaciones casuales, con alguien mayor, con chico y luego chica o viceversa, con protección o sin ella, con varias personas.
Entendemos que es difícil para ellos, que se sienten tristes, confundidos y hay que tenerles mucha paciencia; pero también es difícil para los que están a su alrededor.
Los adultos sienten una mezcla de: tristeza, alegría, emoción, miedo de lo que puede venir, ganas de que se quede siendo un niño. Esta es una situación, muchas veces, difícil de aguantar. Hay además un reencuentro con los propios aspectos adolescentes. Y a veces son los padres quienes pudieran necesitar ayuda de un especialista: por no dejar que los hijos crezcan; por poner parte de su historia y expectativas de su propia vida en la de sus hijos; por armar una pareja con ellos, en lugar de encontrar una pareja adulta. Los padres tuvieron una vida antes y tienen una vida independiente de la de los hijos quienes son una parte muy importante en la vida de mamá y papá; sin embargo, las personas se conforman de muchos aspectos muy diversos y valiosos como: el trabajo, el ejercicio, las amistades, la pareja, el descanso, la familia. Eso es lo que ayuda a la integración de una persona. Hay un tiempo para los hijos y hay un tiempo para cada cosa.
Después de analizar lo anterior, nos preguntamos: “¿Y frente al adolescente?, ¿qué hacer?” Respirar hasta que sea necesario, pues el adulto somos nosotros. Eso implica: el ejemplo, los límites, el ser una figura de autoridad clara, cercana, confiable y predecible.
Recuerdo a un adolescente, ahora ya un adulto fumador, que decía que su madre le aconsejaba: “No fumes, es malo para la salud”, mientras daba una bocanada a su cigarro, ya que ella desde los 14 años, no había podido dejar de fumar.
¿Cómo se habla con un adolescente? Como dice Joseph Knobel, un psicoanalista: “Pues depende del día, ¿no?”[ii] A veces entran en un mutismo, es decir, un silencio donde no quieren hablar de nada. No es que ellos puedan decir: “¡Oh, qué triste estoy porque ya no soy ese niño que jugaba y tengo tantos miedos de todos estos cambios y de no saber qué hacer con mi vida!” Sin embargo, a pesar de ello, siempre hay que tener disponibilidad para cuando quieran hablar. Por otro lado, ser predecible al poner límites sería, que haya un conocimiento de las consecuencias de las acciones y de cómo va a responder el adulto. Cada familia tiene sus propias reglas y acuerdos, pero se tienen que respetar. Por ejemplo: un adolescente que acuerda el permiso para ir a un concierto, siempre y cuando obtenga sus notas académicas aprobadas, sabe lo que tiene qué hacer y sabe lo que pasará en uno u otro caso. Lo no predecible sería, que ya con ese acuerdo establecido, que un día antes del concierto el adolescente llegara 30 minutos después de lo que dijo y como ese es un mal día para mamá, ella está enojada y le quita el permiso. O bien, que aunque haya el chico reprobado, ella le dé “chance” de ir.
Un adulto cercano y que conozca al adolescente, es un adulto que tiene un radar que le ayuda a identificar cuando algo grave está pasando. Cada adolescente es único. Pero algunas señales de alerta en general, serían: si se aísla, si no tiene amigos, si se hace daño o lastima a otros, si todo está en calma, ya que por lo que explico antes, la adolescencia implica conflictos; si continuamente está apático, es decir, nada le motiva o bien, que se vea muy triste de forma continua. Los terapeutas usamos un término que es “el factor económico” que se refiere a la cantidad. Es decir: no es lo mismo alcoholizarse en 1 fiesta, probar 2 porros o tener 1 arranque de ira donde se grite y azote alguna puerta; a ponerse borracho y drogarse cada fin de semana e insultar todo el tiempo a los demás, incluso, agrediéndolos físicamente. O bien, terminar teniendo varias relaciones sexuales con varios chicos en un solo fin de semana.
A un especialista se puede acudir en cualquier momento: para aclarar dudas, para preguntar, para prevenir, porque vemos que el adolescente o nosotros como adultos, no estamos pudiendo con algo, para recibir un apoyo. Desafortunadamente, la mayoría de las veces se acude cuando la situación está bastante complicada y aunque no quiere decir que no se pueda hacer algo, podría ser un proceso más arduo.
Hay varias opciones: talleres para padres, grupos de orientación, terapias grupales de adolescentes, terapia familiar, terapia individual. Un buen especialista se encargará de identificar la ayuda que se necesita, orientar, atender o sugerir la mejor intervención que ese chico requiera.
En la medida en que el adolescente tenga mejores herramientas para manejar y entender sus emociones, en esa medida podrá hacer un mejor pasaje por su adolescencia para poder acceder a ser un adulto fuerte e independiente que pueda afrontar los diferentes vaivenes de la vida, que me parece, es el común deseo y anhelo de los padres.
[i] Pierre-Marc René (2016) Se duplica consumo de drogas en menores. El Universal. Ciudad de México, México. Recuperado de: www.eluniversal.com.mx
Se duplica consumo de drogas en menores
Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Estudiantes 2014
[ii] Knobel, J. (2015). Mi hijo es un adolescente. Adiós a la infancia. Barcelona. Ediciones B.pág. 31
Referencias bibliográficas.
Aberastury, A. (1988). La adolescencia normal. Argentina: Paidós.
Blos, P. (2003) La transición adolescente. Buenos Aires: Amorrortu.
Freud, S. (1905). Tres ensayos de teoría sexual. Obras Completas. Tomo VII. Argentina: Amorrortu.
Knobel, J. (2015). Mi hijo es un adolescente. Adiós a la infancia. Barcelona. Ediciones B.
Male, P. (1974). Psicoterapia del adolescente. Barcelona: Paideia.
Puig, M. (2009). Tesis doctoral: Sobre la adolescencia: perspectivas clásicas y actuales. México, D.F. Centro Eleia.