Los adultos buscan que los alumnos tengan una mayor capacidad de planeación, concentración en la meta, conciencia metacognoscitiva de lo que se pretende aprender y cómo se pretende aprenderlo, que búsquen de manera activa nueva información, que tengan una percepción clara de la retroalimentación, elogio y satisfacción por el logro y ninguna ansiedad o temor al fracaso. Sin embargo lo anterior responde a una necesidad “adulta” desde la escuela o los padres y no a una necesidad propia del alumno.
Ahora bien, es común que algunos alumnos bajen su desempeño académico cuando cambian de un sistema escolar a otro, en algunos casos llegan incluso a reprobar materias o a repetir el año. Los padres se sorprenden del cambio drástico en la forma de actuar de sus hijos manifestando que en la antigua escuela sus calificaciones eran buenas y no batallaban con las tareas. Pierden de vista la difícil transición por la que atraviesan sus hijos.
Los seres humanos atravesamos a lo largo de nuestra vida cambios tanto físicos como psicológicos, estos cambios son evidentes e intensos sobre todo en la edad escolar, un claro ejemplo de esto es la pubertad, que es la etapa del desarrollo en la que el individuo sufre cambios fisiológicos en los que aparecen las características sexuales secundarias. Estos cambios que en un inicio son de orden corporal, tienen una marcada influencia en el desarrollo social y psicológico, con la llegada de la pubertad inicia a su vez un periodo más extenso al que llamamos adolescencia, en esta etapa no solo cambia el cuerpo, cambia la manera en como nos vemos nosotros mismos y como nos ven los demás; cambia el trato hacia los otros, se encuentran nuevas formas de socializar y por tanto las metas y los intereses no son los mismos.
Este proceso puede implicar, en la mayoría de los casos, ajustarse a un nuevo horario, cambiar de espacio físico, conocer nuevas personas; en el caso de la escuela secundaria tener varias materias con distintos horarios y diferentes maestros, enfrentarse al peso de un mayor número de autoridades, una mayor carga de trabajo y diferentes forma de evaluación. Si a lo anterior se suman los cambios en el desarrollo y muchas veces cambios en la dinámica familiar podremos al fin tener un panorama más amplio de porqué para los adolescentes puede ser complicado mantener un alto rendimiento académico.
Dado lo anterior es importante tener en cuenta todos los factores internos y externos que pueden influenciar en el desempeño académico de los adolescentes y no solo las “ganas” que puedan o no tener a la hora de estudiar. Si bien es de suma importancia estar al pendiente de que el adolescente no llegue a una situación insuperable (que pueda perder el año, por ejemplo); también es importante dar tiempo a que el adolescente se ajuste a los cambios de manera natural, tanto a los fisiológicos que enfrenta en su propio cuerpo, como a los sociales y los retos académicos. Como adultos, tanto padres como maestros deben tomar una postura de acompañantes en este proceso, ayudar al adolescente a entender lo que le ocurre sin llegar a invadir la propia creatividad del joven parar enfrentar los retos de cada día. De ser necesario proveer a los adolescentes de un espacio de reflexión, expresión y autoconocimiento.