La otra noche, revisando mi librero, me reencontré con un libro maravilloso “La princesa que creía en los cuentos de Hadas”, (Marcia Grad) con una gran lección de vida, que quiero compartir.
Además de ser un libro sencillo para leer, tiene un contenido que nunca caduca, ya que aunque ustedes no lo crean en pleno 2015 aún se sigue trasmitiendo las mismas creencias socioculturales de los roles del siglo antepasado, tanto en hombre como en mujeres.
Es un libro que narra la historia de una mujer que lucha para encontrar su felicidad y vive el desencanto de que todo lo que le han inculcado y en todo lo que ella había creído no es verdad. Y sobre esta línea es la primera enseñanza que quiero compartir, buscar la verdad es algo fundamental para ser feliz, esto se refiere que en la vida siempre habrá muchas opciones a elegir, pero una de esas será la incorrecta y otra será la correcta, pero no siempre sabremos si la decisión que escogimos fue la correcta. Por eso tenemos que enseñarnos a buscar el camino de la verdad, ese mismo camino nos llevara a encontrarnos con la felicidad y aprender a amar a los demás. Pero para poder lograr amar a los demás, tenemos que respetarnos primero, valorarnos y amarnos a nosotros mismos, tal cual somos.
El camino a la verdad no es fácil, es un camino en donde el miedo y la duda es su peor enemigo, estos sentimientos son los que impiden ver la realidad, ya que nos hacen prestar atención a lo que uno no puede conseguir, ni cambiar y aférranos a eso, que cambiar al otro en vez de a uno mismo, lo que genera desesperación y encamina a tomar la decisión de rendirse y seguir haciendo lo mismo con la esperanza de conseguir cosas diferentes.
Ceder es la aceptación de las cosas que no se pueden cambiar. Uno siempre elige, pero cambiar a los demás no es una elección, el cambio está en mí. Se puede elegir no reaccionar ante lo que otro dice o hace, aceptando que, con toda seguridad, va a seguir diciendo y haciendo lo mismo, pero yo puedo elegir sobre mi pensar y sobre mi actuar, brindándome la libertad de elegir en donde y el como quiero estar, para entonces así tener en mis manos la felicidad y que no dependa del otro para poder sentirme feliz.
Y a partir de esta premisa quiero enlazar la segunda enseñanza que quiero compartir.
Hay mujeres y hombres que desde niñas y niños fueron educadas y educados para satisfacer y hacer felices a los demás; a sus padres primero, luego a su marido, a sus hijos, a sus jefes, a sus amigos, en conclusión a todos menos a ellas y a ellos mismos; fueron educados en el sometimiento a normas, mitos familiares, sociales, culturales, etc ; que suponían sacrificio, entrega, dedicación absoluta y renuncias.
En este comportamiento la inseguridad y el temor van creciendo y la autoestima se va debilitando, las personas con baja autoestima pueden ser víctimas de abusos y maltratos psicológicos por parte de personas manipuladoras, egoístas y perversas, si es que no lo han sufrido ya desde su infancia por personas de más apego.
Con frecuencia, la gente que no se siente merecedora de amor, duda que los demás puedan sentir cariño por ella pues cree que no pueden sentir amor hacia una persona tan indigna o poco valorada.
Las mujeres y los hombres que aprendieron que debían someterse siempre a las necesidades y deseos de los otros, buscan actuando así, ser consideradas, amadas y valoradas, creyendo que encontrarán de esta manera la felicidad que tanto ansían. Pero en la entrega, en la renuncia, se van olvidando de sus propias necesidades y deseos, perdiendo totalmente su identidad, convirtiéndose en un complemento del otro y pasando así a estar a su disposición.
Se debe revertir todo esto ya que cada uno debe escuchar a su corazón y no dejar manipularse por otras personas. Además, que no debemos tratar de ser perfectos para agradar a otras personas ya que estas deben aceptarnos tal cual somos, con nuestras virtudes y defectos. Así como nosotros a ellos y no esperar que sean o no de una forma, la aceptación de la imperfección no solo es de nosotros a nosotros mismos, sino también al prójimo.
Ante situaciones adversas es mejor ceder que rendirse, puesto que uno se rinde ante la desesperación pero cede a la aceptación. Y es que no debemos aprender la verdad de las cosas en situaciones ajenas, debemos por demás descubrirlas nosotros mismos y enriquecernos con la experiencia que conlleva.
Tomemos como consejos las experiencias de los relatos y cuando nos sintamos abrumados o pensemos que no tengamos solución o salida busquemos dentro de nosotros y busquemos ayuda para encontrar las respuestas a nuestras interrogantes, ya que el desconfiar de nuestras capacidades solo nos llevará al fracaso incluso antes de aceptar los retos que encontraremos en el camino.