Es común que cuando nos preguntan “¿Quién eres?”, respondamos soy Fulano, o soy hijo de Mengano e incluso podemos responder soy de tal o cual profesión; tarde es cuando caemos en la cuenta de que no se nos ha preguntado por nuestro nombre o parentescos ni nuestras señas particulares. La pregunta lleva una intención que va más allá de nuestros roles sociales y nuestras actividades. La pregunta existencial: ¿Quién soy?, no es fácil de responder, obliga al individuo a quitarse las etiquetas que la sociedad nos impone y a mostrarnos al “desnudo”, nos obliga a compartir nuestras emociones, nuestros deseos, nuestras fantasías y por ende nuestra personalidad. Cuántas veces hemos acudido a una entrevista de trabajo o académica en la que el entrevistador nos pregunta acerca de nuestra personalidad, de nuestra historia, nuestras virtudes y áreas de oportunidades. Parece una tarea sencilla, ¿quién mejor que uno mismo para conocerse?, entonces por qué nos resulta tan complicado.
Una persona que se ha de querer a sí misma, también se ha de conocer mejor y aceptarse incluso con aquellos aspectos de su persona que normalmente llamamos defectos. Ha de ser tolerante consigo mismo y este autoconocimiento ha de permitir que se sienta plenamente identificado y, si es necesario, cambiar aquello que no le guste de su personalidad, de su forma de actuar y relacionarse con los demás.
El autoconocimiento debe ser un proceso continuo ya que a la par del entorno, nosotros también vamos cambiando; podemos realizar esta actividad en solitario, pero un buen comienzo, puede ser acercarse a un profesional en psicología. Un diagnóstico psicológico o psicodiagnóstico es el estudio metódico de las características de una persona o grupo de personas, es decir, intenta establecer de la manera más objetiva posible, las características psicológicas de un individuo, y otorga a sus conclusiones un relativo valor de probabilidad en cuanto a su conducta. Para ello, los psicólogos utilizan una serie de métodos e instrumentos que han sido previamente validados para la medición de ciertas categorías de la personalidad, sin olvidar el enfoque humanista que requiere cada caso. Por ejemplo, una institución educativa solicita un diagnóstico psicológico de un alumno adolescente que ha generado ciertos conflictos en el aula y además presenta bajas calificaciones, este caso requerirá de un cierto número de entrevistas y un tipo específico de instrumentos de medición, comúnmente conocidos como “test psicológicos”; diferente de si en otro caso una empresa solicita una serie de pruebas psicológicas para elegir a un candidato o si se desea saber si un paciente padece algún trastorno específico de la personalidad.
Ya sea porque nos lo han solicitado o por propio interés es importante recordar que la función de un diagnóstico psicológico es dar a conocer características de la persona, en ningún momento tiene la intención de predecir o determinar el destino o de etiquetar al individuo; es un ejercicio de autoconocimiento y a su vez, una herramienta más para la vida.