Por ello, generalizar sobre las relaciones de pareja puede sonar un poco arbitrario. Pero lo que sí es un hecho es que las relaciones de pareja han sufrido muchos cambios con el paso del tiempo. Cuando nos cuestionamos qué es lo que ha cambiado, las respuestas que vienen a la mente son: que las mujeres hoy en día tienen una participación más activa en todas las áreas —económica, laboral, etc.— y los hombres más integración en las labores que socialmente estaban asignadas a las mujeres.
Sin embargo, lo primero que pienso en referencia a una relación de pareja en la actualidad es la inmediatez, y con inmediatez me refiero a la facilidad con la cual consigues algo, y en este caso, la facilidad con la cual puedes contactar con alguien. En este sentido, las redes sociales, por ejemplo, forman parte de este término, pues ahora el contacto con la pareja está ahí en todo momento y parece prácticamente imposible mantenerse “separado” de la pareja.
En estos tiempos tecnológicos y por ende, de mundo virtual, se nos están presentando nuevos modelos de relación, particularmente en la manera en que las parejas se demuestran o buscan el amor.
Las historias de romances y desengaños envuelven las redes sociales, rodeadas de misterio y aventura, teniendo el atractivo de los cuentos de hadas e intentando encontrar a la mujer o al hombre adecuado, que equivale a la princesa o al príncipe. Todo ello es impulsado por el callado deseo de hallar el amor de nuestra vida, en el gran catálogo virtual.
Es difícil decir si Facebook, Whatsapp, Skype, Tinder, etcétera; han facilitado o complicado la vida amorosa, lo que sí es un hecho, es que la han cambiado.
En mi opinión, y por mi experiencia en el consultorio, digo que las redes sociales son una espada de doble filo para las relaciones amorosas. Por una parte, al evitar el contacto cara a cara, pueden ayudar a eliminar ciertas conductas como la timidez o el miedo al rechazo, y facilitar el que personas desconocidas se conozcan y establezcan lazos fraternales profundos. Sin embargo, un estudio publicado por el Journal of Compute-mediated communication explica que el uso de Facebook tiene una incidencia negativa en las relaciones amorosas.
Así, las conductas más frecuentes asociadas a las parejas y al uso de Facebook son celos, acoso virtual, los famosos stalkers, la necesidad de popularidad y en consecuencia: celos, baja autoestima y en general, una percepción negativa de la relación, casi siempre ligada a la popularidad de uno y a la inestabilidad emocional del otro.
Las “pruebas de confianza” se han vuelto muy comunes en las relaciones actuales, que consisten en compartir con el otro las contraseñas de las cuentas de las redes o de los celulares, y más frecuente, es pedir que se eliminen aquellas personas incómodas o “no deseables” de las amistades o bien, que no se sigan. Tal parece que la felicidad de las parejas se encuentra en la capacidad de ignorar los perfiles de Facebook de cada uno.
En estos días, es común encontrar parejas, grupos de amigos o familias, sentadas en algún lugar público o incluso en un lugar más íntimo, y cada uno de ellos está revisando su teléfono o mirando la pantalla… están en su propio mundo virtual. Están acompañados pero finalmente solos; acaso entonces, ¿le tememos a la intimidad? ¿Y las redes sociales unen a los que están lejos, pero separa a los que están juntos?
Las redes sociales tienen la mala fama de ser el medio más fructífero para las infidelidades, como si el hecho de mantener una relación a través de las redes sociales, sea cual sea el nivel de intimidad alcanzada de los mensajes intercambiados, representara una deslealtad equivalente a una traición amorosa. Sin embargo, también es cierto que es muy frecuente que las relaciones que se inician en las red sean como un juego de seducciones y coqueteo, que llegan a romances pasajeros o a situaciones poco deseadas e inesperadas, sólo porque no pusieron límites a tiempo y se dejaron llevar por lo que las redes sociales brindan: popularidad, anonimato, seguridad, inmediatez, confianza y libertad.
Más allá de las fantasías que puedan surgir en éstas relaciones virtuales, aquel amor de la pantalla está satisfaciendo necesidades, supliendo carencias, llenando huecos y espacios, que los protagonistas de las mismas, no alcanzan a encontrar en sus parejas reales. Tal vez, porque las relaciones cara a cara son más complejas, requieren de un compromiso, de mayor tolerancia a la frustración y de habilidades para comunicarse; mientras que una relación virtual, no exige nada, no hay compromiso, aunque proporciona la ilusión a la persona, de ser comprendida.
Un ejemplo, muy común, es el famoso: “Me dejó en visto”, que es cuando se envía un mensaje y el receptor vio ese mensaje pero no contestó. Ese hecho es interpretado, usualmente, como una forma de desprecio. Si te dejan esperando, significa que entonces hay alguna otra cosa o peor aún, alguien más importante que uno. Esa doble palomita azul seguida de silencio mientras sigue avanzando el minutero, se vuelve insoportable, casi traumático para muchos.
Lo que esto genera es una ambivalencia en donde las redes sociales crean una sensación de poder tener más control sobre la pareja, pero a su vez un descontrol sobre uno mismo y la pareja; así, dicha combinación da como resultado los celos excesivos y aumenta el deseo de controlar lo incontrolable.
Un mal uso que se le da a las redes sociales más frecuente, es el convertirlas en la herramienta para medir el nivel de amor que siente la pareja por nosotros, es decir, entre más mensajes reciba al día, entre más rápido me responda, o dé más likes a mis publicaciones y no a otra persona, significa que más me ama. Esto habla del principal problema que generan las redes sociales: la desconfianza. Y no sólo de la desconfianza en la pareja sino, también en la desconfianza en uno mismo.
Hoy en día, la mayoría de las parejas basan la confianza en la otra persona, conforme a lo que ven en las redes sociales, con base en aspectos como: a quién agregan como amiga o amigo, los comentarios que hace o le hacen a esa persona, mensajes privados, entre otros.
Las parejas olvidan que uno de los factores más importantes para el éxito, es el desarrollo y satisfacción que experimenta cada uno de manera individual en sus actividades cotidianas, para después construir una vida en pareja. Puedo decir que muchas de las parejas en la actualidad, padecen de altos niveles de ansiedad si no están en contacto constante con su pareja, lo cual refleja un bajo nivel de confianza e individualidad; fenómenos propios de esta sociedad moderna.
Es cierto que en la actualidad las redes sociales son ya una parte indispensable en nuestra vida. La era de Internet está cambiando no sólo nuestra forma de comunicarnos, sino también el modo en que seducimos o nos relacionamos con nuestra pareja. Pueden ser útiles para demostrar nuestro afecto y mantenernos en comunicación con la otra persona, nos abre nuevos canales más cómodos y rápidos, pero es habitual que también nos traigan más de algún problema.
El amor en tiempo de Internet trae consigo nuevas dimensiones que es necesario abordar. Nuestras relaciones pasan de ser privadas a entrar en el complejo ámbito del dominio público. Las redes sociales obligan a las parejas, además, a tener que afrontar otros problemas: desconfianza ante las relaciones que tu pareja puede tener en sus perfiles, el tiempo que dedica a interaccionar a través de Facebook o Whatsapp. Se ha llegado a un punto en donde lo virtual complementa ya a lo real, y es necesario comprender hasta qué punto las redes sociales afectan o benefician nuestra relación de pareja y de qué manera lo virtual se convierte en el medio para satisfacer y llenar nuestros vacíos y carencias; como medio de expresión de nuestros miedos e inseguridades.
Ahora las declaraciones y los “Te amo”, pueden aparecer en un mensaje de Facebook o Whatsapp seguidos de un emojis; ya no es necesaria la comunicación cara a cara.
Si dichos cambios son manejados adecuadamente pueden ser muy benéficos, en vez de perjudiciales. Los beneficios que aportan las redes sociales y el internet para la comunicación ofrecen nuevas e interesantes posibilidades con las que se puede reforzar el vínculo, aumentar la confianza y establecer determinados acuerdos entre los dos. Sin olvidar que la confianza y la comunicación abierta, honesta y clara, son los dos pilares esenciales sobre las que basa cualquier relación.
En mi opinión, no es Facebook, ni Twitter, ni ninguna otra red social la que “provoca celos o rupturas de pareja”. Somos las personas, las que caemos, nos dejamos tentar, faltamos al respeto al otro, somos infieles o somos inseguros, controladores, desconfiados, dependientes. Facebook es sólo un “medio más”. Y lo que realmente hace que las parejas terminen, son otros aspectos emocionales, como:
Por lo tanto, es importante reflexionar sobre cuáles son los pilares más importantes de nuestras relaciones de pareja y detenerse a pensar si no estamos dejando pasar lo que perdura, sustituyéndolo por lo meramente inmediato, vano y superficial.