El acoso escolar o también llamado bullying se refiere a cualquier tipo de maltrato psicológico, verbal o físico producido por escolares del mismo rango de edad, de forma reiterada y constante. De acuerdo con un estudio del Secretario General de la ONU sobre la violencia contra los niños,en México el 65% de los niños y niñas en edad escolar han declarado haberlo sufrido.
Asimismo, muchos son los factores que influyen a promover conductas de acoso en escolares, por un lado, la falta de atención que las instituciones educativas prestan al tema, en donde tanto víctima como agresor pasan desapercibidos.
Por otro lado, las necesidades económicas familiares han contribuido a que ambos padres trabajen y se vean forzados a permanecer más tiempo fuera del hogar y delegar la educación de casa a otras personas, a la institución escolar, la guardería o en el peor de los casos; la televisión, el internet y los videojuegos que ahora se han convertido en prácticamente “nanas virtuales”. Muchas veces la falta de tiempo hace que los padres compensen estas carencias anteponiendo los deseos de sus hijos por sobre sus propias frustraciones, lo que se resuelve en una franca falta de límites.
En los niños agresores de acoso escolar se incuba entonces, una personalidad sádico-narcisista, no tienen empatía ni por las circunstancias ni las emociones de los semejantes, son intolerantes, en ocasiones cínicos y manifiestan otras conductas disruptivas; y en el caso de los niños víctimas de acoso se desarrolla una personalidad vulnerable, emotiva, con una debilidad emocional y poca tolerancia a la agresión y la frustración, además de que suelen ser introvertidos. Esta combinación de personalidades junto con las condiciones medioambientales, propician el escenario ideal para el acoso escolar.
Aun cuando el acoso escolar pueda parecer un problema institucional que solo compete a la escuela o la familia, en realidad es responsabilidad de todos, incluidos aquellos que son testigos. Educar a nuestros hijos en la cultura de la denuncia contribuirá a disminuir considerablemente este fenómeno.
De igual manera blindar a nuestros hijos con valores como: el sentido de pertenencia, amor al prójimo, respeto, tolerancia y responsabilidad; ayudará a fortalecer el autoestima y la posibilidad de protegerse en contra de cualquier tipo de agresión, sea de un igual o un adulto.