En mi experiencia como terapeuta de adolescentes, pocos son los casos en los que acuden por voluntad propia a solicitar un tratamiento psicológico, en la mayoría de las situaciones son los padres, tutores o en ocasiones la escuela, quienes piden que el chico o la chica acuda a terapia.
Sin duda, la solicitud viene debido a alguna situación que sale del control y el entendimiento del adulto; casi siempre el adolescente ha tenido alguna conducta que lo ha puesto en riesgo. En todo caso, esa es una situación de crisis.
Algunas situaciones por las que se debería intervenir a tiempo son: fracaso y deserción escolar, consumo de alcohol y drogas, accidentes relacionados al consumo, conductas sexuales de riesgo, trastornos en la alimentación, etc.
Cuando los padres desesperados, familiares, el colegio o incluso cualquier persona cercana al adolescente consultan a un psicólogo para intervenir y resolver la situación en crisis hay aspectos importantes que se deben de considerar:
La intervención debe ser vista como una intervención psicológica de urgencia. Cuando un adolescente presente una conducta que lo haya puesto en riesgo es necesario intervenir en el momento y lo mejor es solicitar cuanto antes una entrevista con el especialista en psicoterapia.
Es necesario, ante todo, que el joven en estado de crisis acepte hablar. Si se niega a reunirse con el especialista, lo mejor es que acudan los padres, de esta forma el especialista podrá escuchar sus quejas e indicarles lo que conviene hacer o no hacer según las circunstancias.
Si el adolescente accede a la entrevista con el especialista, el encuentro con los padres en presencia del hijo debe tener lugar después y no antes de hablar con el joven a solas, aun cuando él no tenga claro para qué acude. Esto es de suma importancia para establecer una mejor relación terapéutica con el joven.
Por lo tanto, la primera cita se divide en dos partes. Primero, se recibe al adolescente a solas, se le pregunta si está de acuerdo en hacer entrar a los padres y en proseguir con ellos la consulta. Solo si accede los padres formarán parte activa del proceso, de lo contrario, el trabajo será sólo con el adolescente, al menos el tiempo en que él mismo tarde en invitar a los padres a su espacio terapéutico.
Al concluir esta primera entrevista de urgencia, si se tiene la impresión de que el joven está dispuesto a seguir asistiendo, se le propone una cita unos días después.
Por otro lado, luego de este sugerido encuentro, se le propone continuar con unas tres veces siguientes en fechas precisas que el terapeuta fijará con él.
Para anudar una relación terapéutica, el proceso deberá progresar paso a paso.
Por otro lado, un proceso terapéutico con adolescentes puede durar unas cuantas sesiones, en algunos casos se puede prolongar meses y hasta uno o dos años, dependiendo de si la situación en crisis enmascara alguna patología que deba ser tratada.
REFERENCIA
J.-D. Nasio., ¿Cómo actuar con un adolescente difícil? Consejos para padres y profesionales, Buenos Aires: Paidós, 2011.
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