La sorprendente voracidad de los adolescentes responde a razones biológicas: a medida que se alcanza la pubertad, aumenta la necesidad de nutrientes, pues en esta etapa se crece rápidamente. Sin embargo, parecen estar siempre cansados.
Otra de las causas de este bajón podría ser un retardo en el reloj biológico que controla los ritmos del sueño. Según un equipo de investigadores australianos de la Universidad Tecnológica de Swinburne, los púberes viven en un continuo desfase horario, lo que les hace despertarse un par de horas antes de lo normal. Eso se traduce en falta de energía y sensación de atontamiento.
Por otro lado, la inmensa mayoría de las personas que dependen de sustancias como el tabaco, el alcohol o la cocaína se han iniciado en su consumo durante la adolescencia. La cuestión es si, además de factores psicológicos -como la importancia que se da a las opiniones de los amigos y al papel que el individuo tiene en el grupo-, existen detonantes biológicos que expliquen la propensión a fumar, beber o drogarse. Un estudio que ha aparecido en la revista American Journal of Psychiatrysostiene que las zonas del cerebro que ejercen el autocontrol sobre los impulsos no están totalmente formadas en la adolescencia. Por lo tanto, la tendencia a la adicción no es sólo un trastorno del comportamiento, sino también un problema de desarrollo neuronal.
Una reciente investigación de la Universidad de Michigan y del Proyecto Pew Internet & American Life ha revelado que los adolescentes realizan la mayoría de sus comunicaciones a través de mensajes de texto, a pesar del uso masivo del correo electrónico y el éxito de las redes sociales, como Facebook o Twitter. El volumen es impresionante: una media de 30 SMS al día en el caso de los chicos y de 80, en el de las chicas. Las razones tienen que ver con un formato que impone la brevedad -lo cual les gusta- y la difusión casi universal, ya que prácticamente todo el mundo tiene móvil. El estudio encuentra, además, otro factor que explica esta expansión: el sentido de privacidad. Los SMS parecen notas secretas, lo que los convierte en el medio ideal para mensajes íntimos. Sin embargo, hay un dato curioso que nos hace reflexionar sobre el tipo de comunicación que se establece con los padres: en la mayoría de los casos, para hablar con sus progenitores los adolescentes prefieren utilizar llamadas de voz. ¿Quizás porque a ellos no les cuentan todos sus secretos?
La psicóloga Helen Jones Emmerich, de la Universidad del Estado de Nueva York, en Stony Brook, constató científicamente a mediados de los años 70 algo que parecía de sentido común: los adolescentes dependen más de la opinión de sus amigos que de la de sus padres. Esta influencia se da sobre todo en temas como la manera de vestir, los hábitos de diversión o la forma de resolver problemas escolares. En asuntos como la elección de un empleo o la resolución de un conflicto moral profundo tienen menos peso, pero el influjo de sus pares sigue estando presente.
Según algunos investigadores, los adolescentes dependen tanto del criterio ajeno porque a esa edad hay muchos factores psicológicos que sólo se optimizan cuando tienen una buena retroalimentación de sus amigos.
La voracidad y la incapacidad para demorar deseos que muchos adolescentes presentan dan cuenta de esto, en donde el rol que ejerzan los padres será fundamental para criar niños y, por lo tanto, futuros adolescentes y jóvenes que sepan tolerar la frustración.
Pensemos la escena siguiente: un supermercado en época navideña, las cajas atiborradas de gente, la gente haciendo compras de última hora, los padres adquiriendo los últimos regalos para los hijos, los hijos buscando una última pieza para completar el atuendo que lucirán durante la cena, con la familia: hasta aquí todo bien. ¿Cuántos de nosotros hemos presenciado, en un escenario así, a alguien a quien le resulta totalmente intolerable y angustiante este tipo de convivencia social cotidiana? Individuos que no pueden demorar a que el semáforo cambie de rojo a verde y, así avanzar. Gente que, mientras espera a que los empleados de valet parking les entreguen sus vehículos, se muestran incapacitados para esperar y, al contrario, lanzan todo tipo de improperios y hasta agresiones físicas a los otros. Casos como el de Miquel Sacal o “las ladies de Polanco” podrían venir a la mente como ejemplos.
Imaginemos, también, como pudo haber sido la infancia y la adolescencia de estos personajes: historias llenas de carencias o, bien, de la más absoluta sobrecompensación en donde el resultado es éste: un comportamiento que no tolera la demora ni la gratificación inmediata.
La adolescencia es entonces una etapa llena de cambios físicos y hormonales importantes y cuestiones tanto psíquicas como emocionales que vuelven a presentarse, un espacio psicoterapéutico se convierte en una alternativa sana y productiva para que el adolescente comprenda, en primer lugar, los motivos inconsciente ligados a su comportamiento y, segundo, generar herramientas emocionales para reparar y ajustar lo que esta reedición le genere, apuntando hacia la madurez con un mayor grado de consciencia y crecimiento emocional.