Nuestro hijo llegó a CAPI por una fuerte afectación emocional y fue canalizado por la especialista, quien desde el primer le dió la confianza y la atención adecuada para que nuestro hijo acudiera con gusto a sus terapias.
Al paso de las citas notamos cómo nuestro hijo estaba mejorando, recuperaba poco a poco su autoestima, tenía confianza en sí mismo y en las personas que lo rodeamos, comía mejor, dormía mejor, volvía a sonreír y a jugar. Para nosotros volvía a ser un niño normal.
Superando de esta manera la situación vivida en su escuela preescolar, es para nsootros una gran alegría darnos cuenta que el tratamiento terapéutico que recibió nuestro hijo sí da resultados.
Este día regresa a casa un niño más fuerte, inteligente y maduro para su edad. Él aprendió que debe ser respetado sin importar el lugar donde se encuentre.
Agradecemos primeramente a Dios que nos puso en el camino a las personas adecuadas como CAPI y su especialista. Por todo esto, gracias