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Mi experiencia en CAPI inició por buscar una terapia de pareja y cuando mi pá se fue al cielo me di cuenta que no podía sola con el duelo, decidí entonces que necesitaba un apoyo adicional y aquí en CAPI me recomendaron mucho a la terapeuta. Quiero decir que en un inicio no veía la forma en cómo una terapia pudiera ayudarme a lidiar con tanto dolor, sin embargo con el apoyo y orientación sensibles, cuidadosas, delicadas y amables poco a poco fui encontrando una manera de saltar, de aprender y de superar mi duelo. En este momento me siento aún en duelo, aún triste, aún dolida, pero tengo muy claro que ya no me supera el dolor, que ahora puedo manejarlo, soportarlo y canalizarlo de forma positiva. La terapia siempre me pareció profesional en el sentido de que siempre escuché seguros y basados en conocimientos los consejos que la psicóloga me dió, siempre sentí que se me podían contestar mis dudas y que el apoyo era sólido, sin embargo, también fue suave en su orientación y sensible a mi dolor y esa combinación es lo que creo que me ayudó dandome seguridad. Ahora siento que he aprendido mucho de esta experiencia y que tengo mucho más por aprender. En verdad me llevo en el corazón por siempre a mi psicóloga y su gran apoyo en el momento más difícil de mi vida.
