Estimada doctora:
Siempre la llamaré así, pues para mí es la doctora del alma. Sus consejos y su paciencia me fueron de gran utilidad ya que aprendí muchas cosas, como fue manejar muchas situaciones en las que no hubieramos sabido cómo actuar.
Tengo todavía cosas que me faltaron pero espero en algún momento retomar mis terapias con usted. Le doy gracias a Dios por ponerla en mi camino.
Gracias doctora y que Dios la bendiga siempre.