Cuando llegué a CAPI, no sabía qué esperar puesto que nunca había recurrido a terapia. Comencé con miedo a expresarme, sin embargo, al cabo de pocas sesiones me sení en confianza para hablar de aquello que hacía ruido en mi interior. Atravesé por muchos momentos buenos y malos, muchas lágrimas, risas, dudas, desconciertos y tristezas, pero simpre sentí el apoyo de la terapia.
En la terapia aprendí y trabajé muchos aspectos, crecí como persona y recuperé la confianza que creía perdida, cosas tanto simples como complejas fueron pocoa poco teniendo sentido y noté cómo poco a poco la terapia tenía resultado en otros aspectos y en mi vida diaria.
Actualmente me encuentro muy bien, aprendí mucho y sobre todo sé que es porque afortunadamente me tocó la mejor terapeuta.
Gracias por siempre apoyarme, aconsejarme, escucharme y ayudarme a ver con claridad las cosas, creo que las cosas siempre pasan por algo y agradezco el haber venido aquí.
Termino mi terapia con seguridad de que ahora puedo recorrer el camino, y que puedo ser firme en mis metas y convicciones