Soy una persona intensa por todo y llegué con una ansiedad extrema. En ocasiones quería dejar de estar en esta montaña rusa que le llamamos vida cotidiana. Sólo deseaba poder en un minuto bajar y dejar de sentir, dejar de sufrir. La terapia me ayudó a enfocar mi intensidad en ver las pequeñas cosas de la vida que nos dan alegría sin enfocarse unicamente en una meta final. Es como si mi montaña rusa se convirtiera en un paisaje en donde voy caminando a veces trotando y otras corriendo, disfrutando de cada momento, cada que sale el sol, cada brisa porque se que al final teminaré la carrera… no sé cómo ni cuándo pero llegaré. Hoy me bajé de esa montaña y disfruto el camino