Normalmente este tipo de conductas pueden comenzar entre los 3 y los 5 años, hay ocasiones en las cuales los niños suelen hacerlo por cierto tiempo y después desaparece, sin embargo, en otros casos este hábito o costumbre se mantiene hasta la edad adulta ya que en la mayorÃa de los casos no se le da importancia para poder atenderlo.
La onicofagia o morderse las uñas es una costumbre muy común en los niños. La mayorÃa de las veces realizan esta conducta de manera inconsciente, sin embargo, es importante detectar en qué momentos suele hacerlo nuestro pequeño, ya que si este hábito no se corrige puede causar riesgos fÃsicos (heridas o infecciones en los dedos, infecciones en las encÃas o afectación del crecimiento de los dientes) y consecuencias emocionales como problemas de autoestima, ya que en ocasiones pueden llegar a sufrir burlas por la forma de sus uñas o los constantes castigos o regaños por parte de sus padres que lo hacen sentirse mal, pues aunque a veces los niños quieran cambiarlo, cuando se dan cuenta, ya lo están haciendo de nuevo.
1.- No lo castigues. – Como lo mencionamos al inicio, se trata de una conducta que el niño realiza de manera inconsciente, por lo cual, castigarlo solo aumentará su preocupación o ansiedad y afectará su autoestima al no sentirse capaz de modificarlo.
2.- Observa en qué situaciones lo hace. – Trata de observar los motivos, es decir, qué pasa antes de que él comience a morderse las uñas, lo cual ayudará a saber si existen ciertas situaciones que desencadenan esa conducta.
3.- Ten paciencia y platica con él. – Muéstrate comprensiva(o) y sé paciente, pues cambiar un hábito no es algo fácil ni rápido, ya que primero debes ayudarle a tu hijo a hacer consciente esta conducta, es decir, ayudarlo a identificar por qué se siente nervioso o preocupado, y asà poder enseñarle otras maneras de liberar ansiedad y el estrés.
4.- Planea con él actividades al aire libre. – Por ejemplo, hacer algún tipo de deporte o cualquier actividad que implique un ejercicio fÃsico, ya que éstas le ayudarán a liberar energÃa y descargar el estrés.
5.- Muéstrale nuevas estrategias. – Tómate un tiempo con él para enseñarle estrategias de relajación como la respiración soplando burbujas, jugar con plastilina o con arena moldeable para aplastarla con las manos, dale una pelotita suave para jugar con ella, es decir, enséñale a poder enfocar su atención en una conducta distinta que no sea morderse las uñas y que lo ayude a sentirse tranquilo, relajado y menos nervioso.
6.- Refuerza sus avances. – Si notas que ha hecho un esfuerzo y comienza a hacerlo menos, felicÃtalo y sigue alentándolo para que sepa que es capaz de lograrlo.
7.- Sé constante. – Acompáñalo en las actividades que realiza y que lo ayudan a sentirse mejor, cuida de igual manera sus tiempos de sueño y de descanso, ya que estos también influyen en el estado emocional.
Si después de haber aplicado algunas de estas técnicas, notas que la conducta no ha podido disminuir o desaparecer, te sugerimos buscar el apoyo de un profesional, ya que muchas veces podrÃa haber casos en los cuales se necesite de una evaluación más compleja para poder averiguar los motivos por los cuales el niño se encuentra en un estado alto de ansiedad o estrés excesivo.
En CAPI contamos con Psicoterapeutas infantiles capacitados para brindar su apoyo en este tipo de situaciones, asà como programas de asesorÃa para padres, donde de manera integral se buscará la mejor solución para este padecimiento.
Licenciada en Pedagogía con título otorgado por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es Licenciada en Pedagogía en el área de Psicopedagogía por la Universidad Autónoma de México (UNAM). Pasante de la Maestría en Pedagogía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Terapeuta de Lenguaje y aprendizaje con 12 años de experiencia, actualmente trabajando como Terapeuta de Lenguaje y Aprendizaje Individual y en la Secretaría de Educación P&úacuteblica (SEP).