Lo que en otro momento de la vida se consideraría una conducta patológica y adictiva: la prolongada exposición a las pantallas y dispositivos electrónicos; se ha convertido hoy en nuestra “nueva normalidad» actualmente de forma indefinida.
Se está hablando en numerosos artículos sobre la tercera ola psicológica producida por la pandemia relacionada con el miedo, la rabia, la incertidumbre y los trastornos psicológicos, y se le agrega también el tecnoestrés.
La hiperconexión digital a la que estamos expuestos diariamente también ha traído enfermedades relacionadas como: la ansiedad, depresión, trastornos del sueño, dolores musculares, cefaleas, adicción a las pantallas, sobrepeso y problemas oculares.
Personas que pasan ocho horas o más frente a una pantalla, después toman sus clases en línea, compran en línea, y se distraen viendo series en Netflix se sienten cansadas, con falta de energía y muy irritadas todo el día.
Buscamos distraernos y desestresarnos en los dispositivos digitales y pantallas prácticamente todo el día, utilizando la tecnología como un “analgésico digital».
Aumento del teletrabajo abrupto por la pandemia COVID-19
A todo esta hiperconexión digital se le suma la migración al teletrabajo de manera abrupta, dada las medidas necesarias de distanciamiento social recomendadas por las autoridades de salud para el control del virus.
El teletrabajo nos ha traído muchas ventajas como: la evitación de largos traslados del hogar al trabajo, la comodidad de poder estar más tiempo en casa y convivir más tiempo con los seres queridos.
Las desventajas y problemas psicosociales derivadas del teletrabajo que impactan nuestra salud física, mental y emocional son: el aislamiento social, el sedentarismo, aumento de peso; también se han traspasado las fronteras entre la vida laboral y la vida personal, lo que causa repercusiones intrafamiliares, adicción al trabajo, síndrome de burnout y tecnoestrés.
“Es un estado psicológico negativo que se relaciona con la utilización de las tecnologías de la información y la comunicación. Viene condicionado por un desajuste entre las demandas y los recursos brindados, lo que provoca un alto nivel de activación psicofisiológica, malestar y el desarrollo de actitudes negativas hacia la tecnología”. 1
Existen varios tipos de tecnoestrés:
Miopías, visión borrosa, ojo seco, fatiga ocular.
La prolongada exposición del ojo a las pantallas trae una disminución de la frecuencia del parpadeo de 6 a 7 veces por minuto y baja el flujo lagrimal produciendo ojo seco y fatiga ocular.
Es fundamental contar con un espacio adecuado en casa para el desempeño de nuestras actividades laborales y el mobiliario que cumpla con todas las condiciones ergonómicas que requerimos para la salud de nuestro cuerpo.
La práctica del ejercicio físico regular (como los estiramientos) y una
buena dieta balanceada, previene el riesgo de sufrir lumbalgias.
A raíz de la pandemia lo digital está desplazando todas las actividades que son importantes y beneficiosas para el desarrollo emocional y cognitivo de los niños y adolescentes.
Tú puedes desarrollar y construir una personalidad más resistente construyendo creencias de eficiencia y enfrentar exitosamente el tecnoestrés y el síndrome del burnout.
Te invito a CAPI con nuestros expertos especialistas para que te acompañen a identificar y utilizar los recursos internos que posees para afrontar cualquier situación que estés atravesando en estos momento de tu vida.
Referencias bibliográficas: