Aunque las separaciones maritales son una de las experiencias más fuertes que puede vivir una persona y una de las crisis más graves para una familia, se ha ahondado mucho respecto a las dificultades por las que traviesan los hijos y los síntomas que presentan, así como en definir los tipos de pleitos y duelos que llega a tener la pareja que se disuelve.
Sin embargo, en la experiencia clínica con niños y familias he observado ciertas pautas de estabilidad, madurez y confianza que los miembros de una familia llegan a tener, , tras el divorcio de los padres. Revisando la literatura me doy cuenta de que hay varias investigaciones serias que también se enfocan en los beneficios que una familia puede obtener tras una decisión así:
Madurez: Aunque en un primer momento lo más esperable son reacciones negativas o somatizaciones por parte de los hijos, cuando se anticipan los cambios se da tiempo para la adaptación a las nuevas pautas, y se acompaña el proceso por medio de contención emocional por parte de la familia o de psicoterapia, los niños en su mayoría, logran sobreponerse y además madurar emocionalmente en aspectos de tolerancia a la frustración y adaptación al cambio, que son pilares de la regulación emocional.
Reglas claras: En muchas ocasiones una pareja en conflicto tiene dificultades para establecer métodos de disciplina adecuados o congruentes, tras la separación, cada padre queda a cargo de un hogar, donde puede encargarse de establecer normas claras y adecuadas para sus hijos, incluso cuando tienen criterios muy distintos y en cada casa haya reglas diferentes, los niños suelen ajustarse al modo de papá en su casa y de mamá en la suya, lo que permite mayor control y apoyo a la autorregulación y la disciplina.
Economía estable: Incluso cuando el dinero suele ser uno de los principales problemas entre parejas, al separarse se establece más claridad entre lo que cada parte debe poner, de entrada suele ser difícil encontrar un equilibrio y pareciera que los gastos aumentan, pero a la larga se logran establecer dos economías independientes, cada una manejada por uno de los padres.
Vínculo padres-hijos: Una de las grandes ventajas de las que hablan los padres divorciados es de aprovechar más el tiempo con sus hijos, y es que si bien, al vivir una familia en el mismo domicilio se promueve muy poco el pasar tiempo de calidad juntos. Cuando los padres empiezan a tener espacios definidos para la convivencia con sus niños, es más probable que logren fortalecer el vínculo por medio de actividades recreativas para la familia.
Crecimiento personal: También a partir de la nueva organización del tiempo familiar es posible que ambos padres tengan más oportunidades de enfocarse en su ser individual y realizar proyectos que los ayuden a desarrollarse armónicamente, además el trabajo personal que cada padre de familia pueda realizar se verá reflejado también en el bienestar de sus hijos.
De esta manera, incluso tras uno de los momentos más críticos de la vida, es posible utilizar las oportunidades de crecimiento, siempre y cuando cada parte logre ir sanando el cúmulo de emociones negativas que se generan tras una separación y enfocándose en su crecimiento y relación con los más pequeños de la familia, si sientes que tras una separación te ha sido difícil retomar un camino de bienestar no dudes en buscar ayuda para ti o para tus hijos.
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