Cuando doy talleres en colegios procuro empezar diciendo que nuestros hijos no llegaron a este mundo como una hoja en blanco, sino que ellos ya traían información, y así, trato de mitigar la angustia que noto en las caras de las mamás que se sienten completamente responsables de todo lo que hacen sus hijos.
Cuántas veces nos hemos sentido culpables en la relación que tenemos con nuestros hijos, cuántas veces nos hemos sentido responsables de todo lo que ocurre alrededor de ellos y convertimos nuestras vidas en función de ellos, olvidándonos de nosotras mismas y aun con todo, seguimos sintiéndonos culpables pues queremos ser unas súper heroínas y darles todo: tiempo, dinero; y es ahí donde llegamos al desgaste físico y emocional por que las limitaciones del tiempo, nuestros trabajos, el dinero, nuestra salud y nuestro bienestar emocional, nos representa una crisis ya que no podemos cumplir con todas nuestras expectativas de ser una buena madre y entonces, la culpa invade.
Lo que la culpa genera
Es entonces cuando el sentimiento de culpa detona otro tipo de situación, que es querer pagar para sustituir con otras cosas, lo que genera que no pongamos límites, que no les brindemos estructura y que les demos todo. Así, se vuelve un círculo vicioso, y emocionalmente, sentimos que no somos buenas madres.
Nos exigimos mucho como madres y nos olvidamos de lo principal: nuestra armonía y bienestar emocional. Olvidamos que somos modelos de nuestros hijos y que se enseña con el ejemplo.
No podemos únicamente exigirnos. También necesitamos relajarnos, ser más flexibles y darnos cuenta de que es una etapa en la que estamos aprendiendo. Cuántas veces nos lastimamos cuando las cosas no salen con las expectativas que teníamos, por ejemplo, cuando los hijos van al colegio, no obtienen el primer lugar y nos sentimos responsables; hay dos formas de vivirlo: asumiendo la situación, relajándonos apapachándonos; o reaccionar de forma toxica, criticándonos y sintiéndonos las peores madres, sintiendo desesperación, enojo y descalificando todo lo bueno que hemos hecho.
En busca de la armonía
Día con día cargamos culpas. Tal vez podemos empezar por reconocer nuestras emociones y no invalidarlas. Qué tal si volteamos a vernos y empezamos a actuar en función de nuestra armonía, qué tal si empezamos a vivir en el ahora y dejamos de culparnos por lo de ayer, qué tal si asumimos nuestras responsabilidades y reconocemos todos nuestros logros, si tratamos de relajarnos y aprendemos que podemos equivocarnos en este proceso y dejamos de autoexiguirnos demasiado, y lo más importante, disfrutamos la etapa de ser madre y valoramos todo lo que hacemos en lugar de lastimarnos.
Egresada de la Universidad Salesiana, realizó estudios en Psicología infantil, Desarrollo, Alternativas educativas y psicoterapia. Tiene una Especialidad en Psicoterapia Infantil en la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología.
Cursó un Diplomado en Formación Humanista por la Universidad Salesiana y un Diplomado en Terapia de Juego en AMAPSI.
Asimismo, realizó estudios en Capacitación Didáctica en Educación Preescolar por la SEP. Ha impartido Talleres de Psicología Infantil a docentes y padres de familia; así como talleres dirigidos a adolescentes y ha trabajado como Instructora de Estimulación Temprana.
Posee experiencia clínica en consultorio privado y actualmente, es Especialista en Terapia infantil y adolescente, en la Clínica de Atención Psicológica Integral, CAPI.