Cuando hablamos de ausencia paterna abarcamos desde un padre presente en la vida de un niño(a), pero ausente en su convivencia, hasta una ausencia absoluta sin ningún tipo de contacto.
Estas emociones pueden estar presentes hasta la vida adulta, por lo que el apoyo de mamá y del resto de la familia tiene una función importante, así como el acompañamiento.
Cuando un padre decide no estar en la vida de su hijo(a) suelen ser por varios motivos, en primer lugar por decisión propia, inmadurez en la toma de decisiones, porque da prioridad a otras cosas, divorcio y/o separación, entre otros motivos.
Cuando un niño(a) pierde esta figura sus emociones suelen desbordarse, pueden ser inseguros, con una baja autoestima, pierden la confianza en ellos mismos, tienen una conducta disruptiva y son dependientes todo el tiempo.
Cuando el niño(a) está dentro de una familia amorosa y que comprende por lo que está pasando, se siente más seguro(a).
En ocasiones el niño(a) suele estar triste, sin querer hablar, llora por todo e incluso puede mostrarse enojado o presentar una conducta desafiante. No sabe cómo manejar estas situaciones, por lo que es importante acompañarlo(a) cuando sienta estas emociones y no sepa qué hacer.
Es importante platicar que las cosas suceden por alguna razón, las circunstancias que presente cada familia, ellos(as) la deben saber, pero todo en un lenguaje claro y acorde a su edad.
La familia es un apoyo importante para el niño(a) que está pasando por este proceso.
El niño(a) siempre hará preguntas relacionadas a su papá: ¿Por qué no tengo papá? ¿Dónde vive mi papá? ¿Por qué nos dejó? Entre otras, por esto es importante que se dé cuenta que mamá o algún familiar lo escuchará y tendrá la respuesta oportuna a cada una de sus preguntas.
Si el tema se nos sale de control y no sabemos qué hacer, cómo actuar o qué decirle al niño(a), es mejor acudir con un psicólogo infantil para que nos ayude a llevar este proceso en familia, pero sobre todo, para ayudar y acompañar.