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La presente entrega, intenta exponer la relación que existe entre la elección de pareja y el motivo de consulta, cuando las parejas acuden a terapia tomando en cuenta la importantísima influencia de la familia de origen.
Las familias de origen (nuestros padres y hermanos) tienen la función de ser un semillero lleno de significantes y de información que es transmitida de generación en generación y que tiene un papel ulterior preponderante en los aspectos más prácticos, más básicos y más cotidianos de la vida de las personas.
La manera en la que es relatada una mujer, una madre o un hombre y la manera en la que son vividas dichas figuras y funciones al interior de la familia, trae consigo contenido inconsciente que influye de manera muy importante en las decisiones que tomamos durante todas las etapas de nuestra vida. De manera muy especial, determina e influye en la manera en la que elegimos a nuestra pareja.
Es muy mencionado por distintos psicólogos infantiles y psicoterapeutas, que son los padres quienes son los primeros referentes para los niños y las niñas. Aprendemos cómo son las personas, cómo son las familias y cómo es que debe de ser el amor a partir de lo que en casa vemos. Son nuestros padres nuestros primeros amores y la escuela psicoanalítica nos ha clarificado que es justamente este primer amor el que conforma mucho de nuestra personalidad en el futuro. Este proceso se llama complejo de Edipo y les sucede a niñas y a niños. De cómo se resuelva y se enfrente, dependerá la calidad de relaciones vinculares que establezcamos.
“Lo que no has de poder ver en tu casa lo has de tener”. Esta frase pone en manifiesto que en una gran cantidad de casos los patrones se repiten. Por ejemplo: la mujer controladora, el padre alcohólico, el marido infiel, la mujer sumisa.
Niños y niñas establecen cierta configuración psicológica a partir de esto. Sin embargo, cuando ocurre que los miembros de la pareja no cuentan con un adecuado autoconocimiento de su propia historia, puede pasar que “se busque” de manera inconsciente aquello que nos pudo haber lastimado. Es la representación adulta del complejo de Edipo.
Por otro lado, existen algunas creencias que se manejan al interior de los grupos familiares que se asumen como ciertas y que muchas de las veces, ocasionan bloqueos importantes en el momento de establecer un vínculo con el otro. Por ejemplo, en algunas familias monoparentales en las que el sostén de la casa es una mujer, es muy común que se transmita el mensaje de que: “Todos los hombres son iguales”. En este caso es muy probable que las niñas que crecieron en este lugar, elijan parejas maltratadoras o abusivas para confirmar por repetición que los hombres efectivamente son malos.
En cualquiera de los ejemplos anteriores, una terapia, ya sea individual o ya sea de pareja, sirve mucho para aclarar cuáles son las motivaciones inconscientes que nos hacen ponernos en situaciones problemáticas. Así como también nos permite saber cuáles son los recursos personales con los que contamos para resignificar nuestra historia infantil y familiar, y contar con mayor bienestar.
Psicóloga, apacitadora y docente, especialista en atención a la violencia infantil y juvenil. Con maestría en terapia familiar y posgrado en terapia de pareja por el Instituto de la Familia, actualmente estudiando diplomado en psicoterapia de arte. Con 15 años de experiencia en el área de salud emocional y fortalecimiento institucional en organizaciones de la asistencia privada.
