La muerte y la enfermedad son un acontecimiento que interfiere de manera importante con los planes del individuo así como de la familia en cada momento de su ciclo, lo que lo fuerza a modificarlo. Ello genera una crisis que si no se resuelve adecuadamente, puede durar mucho tiempo, incluso años.
Empezar a enfrentar situaciones de este tipo supone un sin número de tareas y de metas que deben cabalmente ser cumplidas pero, por sobre todo, exige procesos de adaptación que no todos logran generar, incluyendo al personal médico. La adaptación sugiere pasos que van desde comprender los niveles reales de gravedad y buscar información sobre el problema o los problemas que se manejan, hasta administrar cuidados médicos (quién va a cuidar al enfermo, qué días, a qué hora) en el mejor de los casos. Uno de los problemas significativos en este tipo de situaciones es que nadie logra ponerse de acuerdo o no hay alguien que lo haga, y surge la necesidad de contratar a alguien que se haga cargo. Hay ocasiones en donde la situación económica no es la más idónea y no hay oportunidad de otra cosa. Supone también incorporar rutinas de actividad que funcionen de modo paralelo a las necesidades del enfermo.
Exige planear sobre la base de dificultades no conocidas pero que puedan presentarse, y, finalmente, sugiere concretar una perspectiva global de la situación, sobre la base de las disponibilidades que ofrece el entorno inmediato.
Creo que un aspecto que es sumamente importante, es cómo se está sintiendo el enfermo, ya que no sólo debemos tomar en cuenta la cuestión física, sino la cuestión emocional, que es un rubro que suele estarse afectando gravemente. El paciente suele ser un observador pasivo de todo lo que está aconteciendo a su alrededor sin que él pueda, en ocasiones, tomar decisiones, y puede sentirse de una u otra forma frustrado o con impotencia.
Cabe resaltar que cada caso es diferente, ya que no siempre un paciente terminal padece una enfermedad; puede tratarse de la consecuencia de un accidente o por la vejez.
Es por ello, que es muy importante la valoración familiar para una intervención en crisis, principalmente, para después reorganizar la dinámica familiar.
Una vez conseguida la valoración psico social de la familia, el profesional está en la delicada situación de sopesar las diferentes aproximaciones, algunas de las cuales, pueden, de hecho, ser incompatibles. Las intervenciones deberán ser lo suficientemente flexibles como para “satisfacer” las necesidades del paciente y la familia, y lo suficientemente específicas como para abordar y manejar los problemas identificados.
Por último, es importante mencionar que después de que el paciente fallece es necesario seguir con el proceso del tratamiento, ya que ahora el proceso de duelo es diferente y hay nuevos retos que cumplir.
En CAPI contamos con los especialistas adecuados que podrán ayudar a la intervención adecuada en este tipo de crisis, como lo son los Terapeutas Familiares, Individuales y en caso de ser necesario, efectuar evaluaciones psicológicas.