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El lenguaje es una función mental superior, es la forma principal de comunicación.
Los niños adquieren esta habilidad como parte de su desarrollo; desde muy pequeños se comunican mediante reacciones como el llanto, el balbuceo, etc., más adelante se va tornando más compleja gracias a la interacción con el entorno, familia y escuela, quienes aportan mediante la estimulación al enriquecimiento lingüístico.
Al llegar a la etapa preescolar la escuela juega un papel primordial en el desarrollo del lenguaje, ya que la interacción con otros niños suma a la adquisición de nuevas fórmulas verbales y patrones lingüísticos tanto comprensivos como expresivos.
Sin embargo, no en todos los casos la adquisición del lenguaje se da según lo esperado encontrándonos con casos de trastorno del desarrollo del mismo, lo cual puede traer consigo afectaciones en el desarrollo social y emocional, ya que la capacidad lingüística cumple una función esencial de comunicación social pero también interviene en la auto regulación cognitiva y conductual.
El lenguaje desempeña además un papel en el dominio emocional ya que facilita la capacidad para desarrollar el conocimiento y comprensión de las emociones en una situación determinada.
Aproximadamente uno de cada cuatro niños que presentan problemas conductuales y emocionales experimentan déficit de lenguaje clínicamente significativos. El impacto emocional que puede generar un Trastorno del desarrollo del lenguaje puede ser visible al observar conductas adaptativas de introversión
, Interacción menor en comparación con el resto de sus compañeros
o, Inseguridad al expresar necesidades y emociones, Pérdida de autonomía al no poder tener una comunicación eficaz.
Una intervención tanto psicológica como del área del lenguaje puede ayudar a lograr una mayor eficacia comunicativa previniendo repercusiones de tipo socioemocional.
