No por que no emita palabras, el pequeño no las recibe, si las sutilezas incluidas en el lenguaje aún se les escapan, él capta su sentido gracias a su intuición directa de la persona que le habla, sea cual fuere el lenguaje que emplee para dirigirse a él. El niño comprende las lenguas por que comprende las lenguas de la relación afectiva con su persona, y de las relaciones de vida o de muerte que lo rodean. El niño capta las relaciones que sostiene la vida o la que contarían, las que son inarmónicas o las que son armónicas. La individuación de los niños descansa sobre una mejor utilización de la presencia parental, del estilo que fuere, y no sobre su supresión. Por lo tanto no debemos subestimar a los niños, pensando que ellos no saben qué es lo que pudiera pasar.
Durante este proceso difícil de separación, los padres comienzan a detectar problemas en los hijos, desde agresividad, retraso o hasta inmadurez; acuden a consulta psicológica para poder dar una solución, pensando que el niño es quien tiene todos los problemas y como padre es un problema, esto provoca evadir el verdadero problema, “como padres”.
O por ejemplo, las parejas en crisis esperan que la llegada de un niño vendrá a cimentar su unión o mejor dicho a compensar su desunión. De hecho el niño es un revelador.
Los padres suelen decir que es el niño el que los divide, el que los separa, el que se respalda el uno contra el otro, el que parece dictar la ley, una de las reacciones es que se aferran más el uno al otro, diciéndose que la pareja andará bien cuando el niño se marche, o bien, cuando al llegar a la adolescencia, modifique su actitud. Una vez que el hijo se ha marchado, o si cesa de manejar los cordeles de sus marionetas de padres, el padre y la madre vuelven a encontrase uno con el otro y entonces es cuando el vacío insondable reaparece.1
Pero esto no es lo más difícil, al llegar a la separación legal en la que no se le pregunta al niño qué le gustaría, el niño sufre por dentro sin poder defenderse.
Los niños pierden seguridad y estabilidad, se sienten abandonados, sienten culpa, a veces se sentirán señalados, se educan con contradicciones. A veces los modelos de los padres no les sirven, los varones suelen formarse ideas distorsionadas de la mujer o viceversa, atacan su cuerpo, desarrollan problemas de ansiedad, fobias, agresividad.
A pesar de ser un tema de hace muchos años, es importante mencionar que ese proceso aún se vive de manera difícil, dolorosa. Y no solo es cuestión de llevar a un niño a tratamiento psicológico, también como padre pero sobre todo como persona hay que recibir esta ayuda, porque favorece a la dinámica para una mejor relación entre padres e hijos pero sobre todo entre aquellas personas que alguna vez se amaron y hoy han decidido tomar caminos distintos pero con un objetivo en común, la felicidad de sus hijos.
Es importante entender que no existe un manual de: “Cómo ser el mejor padre”, pero en la actualidad existen diferentes opciones que nos ayudan a mejorar esa relación que hasta hoy ha sido difícil.
Cada día de nuestra vida hacemos depósitos en el banco de memoria de nuestros hijos. Charles Swindoll
Bibliografía: