Pocas decisiones afectan significativamente el rumbo de este proyecto de vida, casarse, tener hijos, comprar una casa, etc., pero existe una decisión que además de trascender en nuestro futuro estilo de vida, conlleva además el peso de que es una decisión individual que sólo nos atañe a nosotros mismos; qué carrera estudiar.
Tomar una decisión equivocada en éste ámbito puede representar serios problemas laborales en el futuro, desde el atraso en años académicos debido a un inesperado cambio de carrera, hasta pasar largas horas del día realizando una actividad desagradable para nosotros o dedicarse completamente a otro oficio.
Generalmente la elección de carrera se realiza durante la adolescencia y la juventud temprana, momento de la vida en que las influencias que se reciben de la familia a través de la expectativas de los padres y del medio ambiente tienen un peso sobre las decisiones de los jóvenes, por lo que elegir el camino de continuar con los estudios puede convertirse en un proceso difícil de enfrentar, pero a la vez la oportunidad para conocerse más a sí mismo y planear el futuro.
Ahora bien, para elegir una carrera se requiere transitar por un proceso personal de análisis, discriminación, reflexión y toma de decisiones. Estas acciones implican el análisis de toda la información vocacional que se vaya obteniendo. El proceso de análisis y reflexión comienza con la elaboración de un perfil personal y profesional. El primer paso para construirlo es organizar el conocimiento de nosotros mismos, para lo cual es necesario que tomemos en cuenta nuestros gustos y preferencias por alguna área del conocimiento en particular, las características de nuestra personalidad; nuestros intereses; nuestras aptitudes; nuestros deseos y motivaciones; nuestras capacidades y limitaciones; nuestras competencias académicas; nuestros valores, y la información y el conocimiento que poseemos del ambiente, en relación con la actividad profesional que pensamos realizar en el futuro.
Como ya se había dicho antes la decisión que se tome al elegir una carrera afectará aproximadamente treinta años de la vida laboral activa, por lo tanto es mejor optar por una actividad que además de que nos guste, uno se sienta capaz de realizarla; esta combinación facilitará el logro de nuestras metas.
Por último, para elegir una carrera no depende exclusivamente de los deseos o de las aspiraciones personales, hay ocasiones en que la elección está supeditada a circunstancias externas al individuo, como son las influencias o presiones manifiestas que ejerce la familia, los recursos económicos que se requieren para cursar la carrera, la cercanía de las universidades que imparten la carrera de interés, o bien, la saturación que algunas carreras presentan. Por lo que es conveniente que tomemos en cuenta otros elementos, que tal vez no habíamos considerado y que son determinantes para realizar una adecuada elección.
La mayoría de las escuelas de enseñanza media superior cuentan con asignaturas de orientación vocacional que tienen el objetivo de guiar a sus alumnos, sin embargo, en ocasiones los jóvenes terminan con la sensación de no haber tomado esta decisión de una manera más consciente. Si es el caso, lo más recomendable es acudir con un profesional en psicología vocacional que nos oriente y guíe en el proceso. Dentro las actividades de un psicólogo vocacional está la elaboración de pruebas de inteligencia, personalidad, aptitudes e intereses vocacionales; proveer las tareas necesarias de investigación de universidades, planes de carrera, etc.; y finalmente el acompañamiento en la toma de decisiones.