La adicción se caracteriza por un conjunto de signos y síntomas, en los que se involucran factores biológicos y genéticos, pero principalmente factores psicológicos y sociales. Se dice que la adicción es una enfermedad crónica, progresiva y mortal, ya que de no ser tratada a tiempo, las conductas adictivas van en aumento, y ponen cada vez más en riesgo la vida del individuo que la padece. El impacto de esta enfermedad ocurre en todas las esferas de la persona. En el ámbito físico y biológico, el cuerpo entra en un estado de adaptación que cada vez necesita más para tener la misma sensación del principio, lo cual hace que el daño físico sea mayor al aumentar el consumo tanto en cantidad como en frecuencia y ni hablar cuando hay combinación de sustancias o se cambia a sustancias más fuertes y dañinas.
¿Cuándo podemos hablar de que una persona tiene una adicción?
Cuando presenta tres o más de los siguientes criterios en un periodo de 3 meses:
Dentro de la adicción existen diferentes niveles de gravedad, esto es importante ya que tiene un impacto en el daño que la enfermedad ocasiona y por lo tanto, determina el tratamiento que se necesita y el pronóstico de efectividad del mismo.
El primer nivel es cuando el individuo está comenzando el consumo, experimentando con la sustancia o la actividad. Aquí es cuando se genera la dependencia o no, según el grado de gratificación que se tenga en el consumo. En esta etapa se determina si el consumo continua o no.
El siguiente nivel es cuando el uso se establece, pero la frecuencia es baja y aún no dejan de hacerse cosas por consumir, es decir, el consumo ocurre cuando se presta la ocasión o la oportunidad. No existe deterioro laboral, social o familiar, incluso hay una falsa sensación de que se está mejor.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación.