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El comienzo de una enfermedad supone para la persona la pérdida de control del propio cuerpo y del mundo circundante. Con frecuencia, la experiencia de una enfermedad, por primera vez en la vida, produce una profunda sensación de vulnerabilidad y de pérdida de la autoestima. El hecho de enfermar cambia los puntos de vista del paciente respecto del futuro y de los demás. Su imagen de si mismo pasa a ser distinta a la de las personas sanas.
La experiencia por la que se atraviesa al sufrir cáncer no depende solamente del pronóstico médico y del alcance del tratamiento, sino también se basa en gran medida en las conceptualizaciones previas de la enfermedad que tenga el paciente y en su estado psicológico.
A la mayoría de los pacientes, independientemente de su estado de ánimo anterior, el trauma del diagnóstico y los posteriores tratamientos les provoca reacciones de ansiedad, tristeza, indefensión y a veces hasta desesperanza. El diagnóstico genera un impacto emocional agudo al cual el psiquismo reacciona a través de un proceso adaptativo. Se movilizan cuestiones vinculadas a los afectos, sensaciones de pérdida, temores al dolor, al cambio, a la posible muerte, a su cuerpo, a los roles, etc.
Por este motivo es importante brindarle al paciente una ayuda psicológica y así ayudarle a asimilar y afrontar la enfermedad de la mejor forma posible, así se aconseja que el paciente con cáncer tenga psicoterapia individual o que asista a un grupo de apoyo o terapéutico para que pueda aprender a tratar su enfermedad y afrontar las dificultades psicológicas producidas a partir de esta.
En el grupo de apoyo se pone en marcha un proceso emocional que crece con la progresión del trabajo terapéutico, del incremento de la confianza; de la posibilidad de acceder al conocimiento de sensaciones y sentimientos penosos (propios y de los demás), y acceder al análisis y elaboración de los mismos; con la intervención de un terapeuta especializado en el tema.
La tarea del profesional es acompañar y promover este proceso con intervenciones adecuadas, que estimulan el recuerdo y la comprensión respecto de cuál es el conflicto limitante y productor de sufrimiento. Los analistas participan con interpretaciones, haciendo comentarios y relacionando experiencias y sensaciones que se generan tanto en los integrantes del grupo y en el propio analista.
Existen claras evidencias de la eficacia de los grupos de apoyo en los pacientes con cáncer. Un grupo conducido de forma profesional sirve para orientar, interpretar, contener y ayudar a expresar los sentimientos. A su vez tiene la ventaja de que los pacientes aprendan y perfeccionen sus capacidades interpersonales en un medio real.
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